- He escuchado un discurso de clausura de Alberto Núñez Feijóo con cuerpo y alma de un auténtico líder político, de un fornido hombre de Estado. He disfrutado con su dimensión y contundencia, quizás porque en mi profesión he mantenido y aplicado que los mensajes se rigen por decálogos y cortas definiciones
Todo el mundo sabe de mi no afiliación política a partido alguno ya desde el ejercicio de mi profesión de arquitecto hasta mi presidencia de Societat Civil Catalana 2016-2017 manteniendo siempre mi convicción de que los liderazgos en la sociedad civil deberían gozar siempre de la independencia y jamás la sumisión a ideologías o carnets, y hoy me atrevo a escribir una impresión verdaderamente satisfactoria.
He seguido con atención el recién clausurado congreso del Partido Popular sin por supuesto pertenecer al partido, pero en el que sin embargo tengo buenos amigos y conocidos, muy al contrario de los sectores del terror de la izquierda y sus mercenarios de falsos y perversos apoyos, respetando mucho a su vez a aquella vieja escuela socialista a la que admiro sin poder entender que siga asistiendo impávida a su propia destrucción.
Como estoy absolutamente convencido de que España volverá a ser España, nuestro país y nuestra nación, deseo desde lo más profundo así como de mis limitadas posibilidades en la actual dictadura, que acabe la tortura Sánchez, que el estertor de la agonía no nos alcance y que desde Mallorca, donde el sol sale para España, a Canarias donde se pone seamos un país de ciudadanos libres e iguales en convivencia, paz y progreso.
Por primera vez que recuerde, he escuchado un discurso de clausura de Alberto Núñez Feijóo con cuerpo y alma de un auténtico líder político, de un fornido hombre de Estado. He disfrutado con su dimensión y contundencia, quizás porque en mi profesión y en mi vida he mantenido y aplicado que los mensajes se rigen por decálogos y cortas definiciones. El presidente del Partido Popular, según mi criterio, ha demostrado que puede y debe ser el relevo de la corrupción y la regeneración o reciclaje de toda la basura que hoy llena nuestras vidas. Su discurso ha sido notablemente contundente, ha enumerado las acciones inmediatas que lleva en su programa, ha definido con claridad lo que hay, o habrá que hacer. Modestamente he comprendido que ha puesto fechas inmediatas de todos los cambios estructurales necesarios una vez llegue a la Presidencia del Gobierno.
Nunca había oído tal concreción, urgencia e inmediatez en parchear primero y corregir después las enormes vías de agua que nos va a dejar abiertas la banda de Sánchez. Se ha formulado una serie de preguntas y nos las ha contestado, ha fijado los extremos, ha sabido plantear el problema y anunciar la solución. Y tengo a todo ello que decir que cuando se ha contestado ‘sí’ he aplaudido y cuando ha contestado ‘no’, también.
Ya era hora de decir sí o no, pero ya era hora de que se dijera con claridad, y el pueblo español, los ciudadanos, el Foro España Cívica y yo mismo lo escucháramos y lo entendiéramos. Podría ahora acudir al reproche que en sus alusiones y apoyos que ha agradecido en presencia, había organizaciones y entidades que estaban allí pero jamás le apoyarán y hemos quedado silenciados aquellos que estábamos allí, que movilizamos Barcelona a muerte en 2017, aquellos jóvenes que se han enfrentado a la violencia en la universidad y demás, que sin duda vamos a ser los que le vamos a llevar a Moncloa.
Pero no lo voy a criticar porque conozco muy bien que cuando se agolpa la gente para un saludo, un beso, un selfie o una palmadita en la espalda, que cuando los abrazos y los agasajos nos sumergen en el mundo de la fama y el éxito, es muy difícil mantener la objetividad de saber quién nos ha puesto donde estamos y quienes nos tienen que volver a poner para luego mantenernos, así como quienes con la locura de su apoyo incondicional nos van a llevar por el camino de la verdad. Erasmo de Rotterdamm.
Ahí es donde debemos estar la sociedad civil, alentando y apoyando las iniciativas políticas, demandando y exigiendo que quiénes tienen o tendrán la responsabilidad del país cumplan con su deber pues la calle, la gente y la sociedad somos meros espectadores, aunque que nadie se olvide que al final somos los que votamos. La calle calla, pero no siempre otorga y hemos escuchado estos días por un lado una propuesta razonable e ilusionante y por otro lado un espectáculo lamentable de bronca, insultos y ausencia total de educación
Yo espero hoy que, como yo, la gran mayoría de españoles haya entendido cuál es el lado correcto donde situarse y lo que es futuro frente lo que ya pasó o está en trance de pasar. Ahora sí.
- Mariano Gomá es presidente del Foro España Cívica