LIBERTAD DIGITAL 25/10/16
CRISTINA LOSADA
· Rehuir los efectos de las decisiones que se toman, eludir afrontarlos, no hablar siquiera de ellos, no es muy responsable ni muy ético.
Josep Borrell dijo en una entrevista en televisión que «casi ningún dirigente del PSOE ha dicho lo que pensaba en el Comité Federal» que aprobó la abstención en la próxima sesión de investidura. Es posible que Borrell tenga razón y es posible que no la tenga, pero si la tuviera aún iría yo más lejos, pues en tal caso ningún dirigente (o muy pocos) ha dicho lo que pensaba desde las elecciones del 26-J. Desde que quedó, en fin, medianamente claro que las alternativas a un Gobierno en minoría del PP eran dos: terceras elecciones o un Gobierno que juntara al PSOE con Podemos y los partidos más implicados en el desafío secesionista en Cataluña.
Es una lástima que el Comité Federal no votara expresamente las opciones disponibles, porque eso hubiera permitido saber qué pensaba cada uno de sus miembros. Quizá no fuera funcional una votación de ese tipo, pero hubiera tenido la virtud de exponer ante los militantes, los votantes, los ciudadanos y, last but not least, los comentaristas en qué estaban pensando los 96 miembros del Comité que votaron en contra de la resolución que proponía abstenerse. De esa manera, hoy sabríamos cuántos de los 96 querían que hubiera terceras elecciones y cuántos querían formar un Gobierno con Iglesias Turrión, Esquerra, lo que queda de CiU y algunos otros que también cuestionan las bases de nuestro modelo constitucional.
Al no haberse hecho así, los contrarios a la abstención han podido decir que ellos votaron por el «no a Rajoy» sin entrar en la materia de las consecuencias, cuando esa era la materia que importaba, y la que daba fundamento a la resolución que se aprobó. Hay aspectos del texto que se podrán considerar errados, pero si algo explica bien son los graves inconvenientes (para la democracia, para España y para el propio PSOE) de mantener el bloqueo a la formación de un Gobierno, y provocar por lo tanto una vuelta a las urnas. Poco se puede objetar a lo que expone en ese punto la resolución, de ahí que hubiera tenido el máximo interés saber qué objetaban los que votaron en contra.
A la salida del Comité, hubo dirigentes que dijeron que habían votado por el «no a Rajoy» en nombre de los principios, de la ética, de la responsabilidad y de otros valores bonitos. Pero rehuir los efectos de las decisiones que se toman, eludir afrontarlos, no hablar siquiera de ellos, no es muy responsable ni muy ético. Tampoco demuestra valores ni valor. Aún así, el no tiende a presentarse como un gesto heroico, y el sí como una villanía que se ha perpetrado, además, sin consultar a las bases. Al respecto, recordó Borrell el caso del SPD alemán diciendo que «no parece muy podemita y pasó por su militancia la decisión de pactar con Merkel». Cierto. Claro que las bases del SPD tampoco parecen muy podemitas; y que el SPD había rechazado tajantemente una coalición con Die Linke, el partido a su izquierda que recoge los restos del comunismo germano-oriental.
La dirección del PSOE tomó la decisión menos mala, como tantas veces hay que hacer en política. Y es probable que todos lo sepan, incluidos los 96. En cualquier caso, lo que sí sabían de antemano los proclives al no era que iban a quedar en minoría. Riesgos, los justos.