- Hay que hablar de la coherencia de una línea política que está diferenciada de las demás y que, a la vez, tiene lógicas concomitancias con ellas
No hace veinte años que ‘Ciutadans-El Partido de la Ciudadanía’ nació en unas circunstancias que lo configuraron como un partido amateur. La principal ventaja de ello fue su frescura. El principal inconveniente es haber ido en un tobogán que facilitó la caída libre. El líder que lo aupó lo estrelló. Negó sus rasgos más originales e impuso su voluntad caprichosa y ególatra. Después de incendiarlo todo, hizo una espantada y, pretendiendo dar lecciones a diestro y siniestro, fue fatídico y desleal con el que fue su partido.
Ir en tobogán resulta espectacular y es excéntrico (te deja fuera del centro). Para el proyecto de un partido es un serio desgaste y acaba cansando a los votantes. En cualquier caso, ni la nostalgia por lo que pudo ser ni el desencanto por lo que no se hizo deberían ser alimentados, son estados transitorios que si se prolongan y enquistan apagan la vitalidad e impiden ir hacia adelante. El asunto es no dejar de ser quien se es (aún en absoluta minoría) y no cambiarse de chaqueta.
Teoría y modos de hacer. Puede decirse que la mayoría de los antiguos votantes de Cs se decantaba preferentemente por un proyecto social-liberal, el que caracteriza al liberalismo igualitario (promotor de la igualdad social, sin distinciones de ninguna clase al considerar a los ciudadanos) y guarda sintonía con la idea social-demócrata. Hay que hablar de la coherencia de una línea política que está diferenciada de las demás y que, a la vez, tiene lógicas concomitancias con ellas. Pero también hay que hablar de la actitud de buena parte de la cúpula en faltar el respeto debido a militantes y electores, y que ha acabado dando al traste con el partido (por si no hubiera sido poca la labor de zapa que varios partidos emplearon para fagocitarlo o anularlo).
Sin embargo, el espacio político está ahí, libre, suelto, disponible. Hoy día, lo que no hay es espacio electoral para una opción política que en una democracia avanzada y estable es insustituible.
Entiendo que Cs deberá volver a presentarse como una plataforma para tener posibilidades de regresar con fuerza a las instituciones. En el caso de lograrlo, su reaparición no sería, claro está, la parusía (la segunda venida de Cristo al final de los tiempos), pero sí podría ser una magnífica oportunidad de contribuir eficazmente al mejor funcionamiento del sistema democrático.
Los dirigentes políticos de Cs más honrados e insobornables que siguen en la formación están en su mayoría quemados. Me parece inevitable que así sea tras comparar su enorme trabajo y empeño con los magros resultados electorales que los han apartado del quehacer político; una retracción obligada. Aunque sigan cerrando filas, no puede contarse con ellos para reflotar la organización, están extenuados porque se desvivieron en vano. Desestimo que Cs se disuelva, creo que hay que acogerse a la hibernación (y que los bobos bots se mofen todo lo que quieran como pobres deficientes que son). Este ‘sueño invernal’ consiste en procurar un rearme ideológico y cultural. Se dirá que es muy poca cosa, pero es el camino: Paciencia y barajar, hacer lo que se puede hacer y esperar a que surjan nuevos y atractivos líderes políticos que aprovechen las oportunidades que se den para resurgir.
Hay una imperiosa necesidad de combatir la estupidez pública que nos inunda, de saber ir a contracorriente y valorar el conocimiento objetivo, sin autoengaños y de forma cohesiva. ¿No es muy grave que casi un 80 por ciento de los adolescentes españoles diga que no se les ha enseñado a cuestionarse si una noticia es falsa o no lo es? Por esta brecha se ha ido imponiendo una fraseología que distorsiona el significado de las palabras, de tal modo que hace imposible el debate democrático. Hay un bombardeo continuo de significantes vacíos y en eso consiste la vida política española: en bobadas. El muy andorrano Jordi Pujol argumentaba de este modo que los catalanes ‘somos una nación’: “Porque sino, ¿qué somos, una región?”.
Hace unos años, el historiador Ángel Viñas extrajo esta frase de un informe alemán a finales de 1936: “Ser alemán significa hoy ser enemigo del comunismo, también en España”. Para Franco, ser comunista (o cualquiera de sus otros demonios particulares) suponía ser antiespañol. Los ‘nietos’ de Pujol que no van con la Aliança del Ripollès vienen a decir que “ser catalán es ser antifascista”. Ignorantes unos e ignorantes otros, todos malos y zoquetes.
Escribió Borges que “no podemos concretarnos a lo argentino para ser argentinos”, y rechazó que serlo fuera una mera afectación, una máscara. Las identidades van libres, ligeras, sueltas. ¿Qué se pretende de cada persona? Que sea lo que quiera y pueda ser, que sea libre mental y físicamente. Que pueda decir que toda tierra extraña es patria para ella y que en toda patria está como en tierra extraña; sin pagar peaje de servidumbre a los señores de la tierra.