EL CORREO 02/10/13
TONIA ETXARRI
Cuando Arantza Quiroga se reunió, por primera vez en condición de líder del PP vasco, con Mariano Rajoy, fue con la intención de amarrar una línea directa con la vicepresidenta del Gobierno, que es la interlocutora por excelencia de la política vasca. No por casualidad ha sido el ‘alma mater’ del nuevo reglamento de damnificados por el terrorismo aprobado por el Consejo de Ministros y la supervisora del cálculo del Cupo pendiente de negociación. El de Quiroga y Rajoy fue un encuentro que tuvo, sobre todo, la importancia de la imagen del apoyo del presidente a su partido en Euskadi. Pero, antes de esa cita, el 30 de agosto, Arantza Quiroga había mantenido una sesión de trabajo con Soraya Sáenz de Santamaría que es con quien mantiene, desde entonces, hilo directo.
La visita de ayer de la vicepresidenta del Gobierno sirvió para apuntalar ese apoyo. La línea abierta de trabajo que mantienen las dos dirigentes, la ‘vicetodo’ del Ejecutivo de Rajoy y la presidenta del PP vasco, quedó reforzada en un momento delicado para los populares, que necesitan alimentar las dos vías paralelas de su proyección política. La vasca, en su línea más doméstica, con los recientes problemas de marginación escénica desde que el PNV y los socialistas firmaron su pacto fiscal. Y la relacionada con las inversiones y competencias, en permanente litigio entre la Administración vasca y el Gobierno central.
El PP, que mantiene actualmente un debate interno en torno al pacto fiscal que les ha dejado a un lado de la escena, están centrados en su estrategia en Alava y Vitoria en donde, seguramente, se verán forzados a prorrogar los presupuestos, salvo que una negociación de última hora en las Juntas Generales rompiera con su soledad en el territorio foral. De las relaciones Madrid/Vitoria se volvió a hablar ayer.
Mucho antes de que visitara Arantza Quiroga La Moncloa ya se había paseado por allí Iñigo Urkullu. Lo mismo que había ocurrido con Basagoiti. Y antes, y más a menudo, que Patxi López cuando gobernaba Zapatero. Al PNV siempre le ha interesado cultivar esa relación bilateral con el Gobierno central. Quiroga no tiene nada que objetar pero, entre otras cosas por esta circunstancia, mantiene, desde esa visita del 30 de agosto, un canal abierto y permanente de comunicación con la vicepresidenta del Gobierno, para «asuntos propios».
El cálculo del Cupo es un tema recurrente. Como el recorte de las inversiones en el País Vasco. Las obras del Tren de Alta Velocidad van tan lentas por culpa de los recortes presupuestarios que ayer el portavoz del Gobierno vasco, Josu Erkoreka, hizo una apuesta arriesgada. Si el Gobierno no va a terminar las obras que le corresponden, que «deje hacer» al Ejecutivo de Ajuria Enea. Hay mus. ¿Con qué dinero? ¿El Cupo lo aguanta todo?
Pero todos coinciden en que este proyecto, que se inició hace más de 20 años, que cosechó tantos reparos de los movimientos ecologistas y sufrió el boicot terrorista de ETA, es estratégico para una sociedad moderna y está revestido de una simbología tan especial que no permite abandonar. De ahí que ayer el PP, después de reunirse con Soraya Sáenz de Santamaría, se atreviera a decir que «hay dinero para no parar la obra». A ver si es verdad.