Santiago González, EL MUNDO, 16/7/11
Por si no tuviéramos bastante con esa división que atraviesa la España plural y diversa por cuantos conceptos se nos vengan a la cabeza, ahora viene la capitalidad cultural de San Sebastián a dividirnos por criterios localistas, a los que se apuntan los representantes políticos. Socialistas y populares vascos se alinean con el alcalde de Bildu y el ex alcalde Odón contra socialistas y populares maños, burgaleses, segovianos o cordobeses. Una batalla cultural afrontada con los criterios del hooliganismo futbolístico.
La cosa estaba sentenciada, aunque se ha vuelto a alborotar el corral de las gallinas cuando el alcalde de Córdoba ha dado a conocer una carta de ignorada procedencia, en la que se acusa a una miembro del jurado de haber aconsejado a la candidatura de San Sebastián para optimizar sus posibilidades.
Seguramente no estuvo en su día más analítico Adorno cuando escribió que no es posible la poesía después de Auschwitz. Evidente y afortunadamente era posible. El ser humano tiene una gran capacidad de acomodo, pero sería exagerado proponer a Oswiecim –que es el nombre de la localidad polaca que alojó el campo de exterminio–, como emplazamiento idóneo para la capitalidad mundial de la poesía. Especialmente si una mayoría de sus ciudadanos hubieran dado la alcaldía a una coalición que tiene a gala no condenar la Shoah. Tal vez fuera más apropiada Rávena, por albergar la tumba del Dante.
El presidente del Jurado Internacional, Manfred Gaulhofer explicó en su día que San Sebastián se había merecido la designación por: “el gran compromiso en contra de la violencia y la idea de usar la cultura para ello”. Son hermosas palabras, pero inexactas. Faltaba definir quién mantenía el gran compromiso. La ciudad en la que ETA ha cometido 95 asesinatos, el 11,07% del total de sus crímenes, le había entregado la vara de alcalde a un tipo que no condena uno sólo de esos 95 asesinatos, ni de los 763 restantes.
Me falta un patrón para saber si la quincena musical y el Museo Balenciaga tienen más peso que la catedral de Burgos, el acueducto de Segovia o la mezquita de Córdoba, pero me resulta raro el argumento de que San Sebastián ha contribuido más a la paz que Zaragoza, donde jamás se ha disparado a nadie en nombre de la nobleza baturra.
La cuestión de la denuncia no es el anónimo, sino la que plantea el alcalde de Córdoba; no es que el anónimo remitente sea un cobarde, que probablemente sí, sino que los informes del cd son verosímiles. Lo son y eso basta para investigar. La ministra de Cultura, que era responsable de la designación de seis de los 13 miembros del jurado ha reaccionado con prontitud. Es de suponer que sus representantes fueron un factor de peso para convencer a los jurados internacionales y en la casa de las siete chimeneas se celebró la noticia con un irrintzi. Pero una cosa es eso y otra ignorar la posibilidad de un fraude. Después de lo de la SGAE, no estaba Sinde para bromas. La UE ha apoyado la idea de una investigación y a uno le parece razonable. Por muy hinchas que se pongan todos, del lehendakari hacia abajo, no se puede aplaudir al árbitro cuando beneficia a nuestro equipo con una decisión injusta.
Santiago González, EL MUNDO, 16/7/11