Jon Juaristi-ABC

  • Previendo el fracaso de su inexistente política migratoria, el Gobierno ya ha comenzado a acusar de xenofobia a la oposición

Noche del martes 27 al miércoles 28 de agosto. En la playa de Ceuta, un grupo numeroso jalea a dos inmigrantes ilegales que tratan de alcanzar la orilla a nado desde el extremo, ya en el agua, de la valla que separa el territorio marroquí del español. Cuando llegan a tierra, varios policías se acercan a detenerlos. Un nadador escapa hacia el grupo de acogida, que lo oculta y saca apresuradamente de la playa. Dos guardias consiguen agarrar al otro, que se revuelve desasiéndose de sus captores, uno de los cuales reacciona rápidamente y, de una zancadilla, lo derriba sobre la arena. Pero antes de que lo incorporen para llevárselo, el grupo de acogida, transformado en una muta de acoso, se lanza sobre los polícías cubriéndolos de insultos en perfecto español, el más suave de los cuales es «¡racistas!». A duras penas, los agentes consiguen salir del trance (y de la playa) con su detenido.

Los noticiarios de las principales cadenas españolas de televisión emitieron la grabación del incidente a lo largo del miércoles. No se trata, por tanto, de un bulo ni de un montaje. Dentro de su brevedad, podría tomarse como una metáfora general de cómo se aborda la crisis migratoria en España. Resumiendo: afluencia incesante de inmigrantes ilegales por mar a las costas de la península o de las islas; insuficiencia y pésimo equipamiento de las fuerzas de seguridad a las que se encarga defender las fronteras nacionales y, finalmente, apoyo activo de un sector de la población autóctona a la inmigración ilegal y correlativas expresiones de hostilidad de dicho sector hacia cualquier intento de regularla por parte del Gobierno y, nada digamos, hacia las protestas de la oposición.

Estando así las cosas, no parece que el flujo migratorio descontrolado vaya a disminuir y mucho menos a detenerse. El gobierno sanchista seguirá segregando palabrería infecta —lo que en inglés se llama ‘bullshit’ y que en español podríamos traducir aproximadamente por ‘caca de la vaca’— con engendros comparables, en el ámbito demográfico, al de «financiación singular» en el fiscal. Por ejemplo, «migración circular», mantra tan estúpido como aquél, y con análogas pretensiones de eficiencia mágica. Tampoco funcionarán los intentos de soborno a las satrapías corruptas de los países emisores de cayucos, pateras y nadadores solitarios, que alientan y alentarán el bombeo de ilegales hacia España y la UE, porque saben que, en sus cortijos, sólo la emigración podrá impedir la revuelta violenta de los miserables (la misma política de Maduro en el suyo, por cierto).

Previendo el fracaso de todos sus paripés, más o menos histriónicos según la coyuntura, el sanchismo ha comenzado ya a acusar a la oposición de xenofobia y falta de humanidad. La ‘ocurrensia’ ha sido del de siempre: Chomin de Amorebieta (ya sé por dónde vas).