Jon Juaristi, ABC, 29/4/12
Un ensayo recuperado de Vicens Vives ofrece una impresionante visión de las crisis de la España contemporánea
LA inmensa clase media que desaparece ahora en medio de la crisis, aquí y en todas partes, tuvo en España su inmediato antecedente en una burguesía católica y deferencial (o sea, imitadora de los valores y usos de las clases altas). Es fácil ridiculizarla, sobre todo para los que no la conocieron y la identifican con una limitada serie de tópicos procedentes del desarrollismo franquista, que no fue sino su última fase, su ocaso, antes de que tomase el relevo una amplísima mesocracia secularizada y ferozmente niveladora, con escasa tradición burguesa —deferencial o revolucionaria— a la espalda. La trayectoria anterior de aquella otra burguesía, cuando apenas comenzaba a reponerse del trauma de la guerra civil, fue esbozada por un historiador de excepción, Jaume Vicens Vives, en un interesante ensayo con destino a una obra general sobre la Europa contemporánea que auspiciaba un editor italiano. España contemporánea (1814-1953), de Vicens Vives, acaba de ser publicado —en catalán y en castellano por la editorial Acantilado.
Como es lógico, los casi sesenta años transcurridos desde que se completó su redacción en 1954 (no sería publicado en Italia hasta 1959) hacen que aparezca hoy como deficitario en información, pero aún así ha resistido bien el paso del tiempo. Vicens Vives lo escribió más libremente, claro está, que su Aproximación a la Historia de España, publicada en 1953, en la que proponía un diálogo, a la postre imposible, con la historiografía oficial del régimen. En 1954, admitía que las investigaciones en que aquélla se basaba no estaban suficientemente desarrolladas. Sin embargo, las intuiciones expuestas en el ensayo de 1954 son casi siempre acertadas, de modo que no parece desmesurada la afirmación de que nos encontramos ante un clásico del género histórico con la que se cierra el prólogo del editor.
Un buen ejemplo es la explicación que brinda a los europeos (pero también a los partidarios del régimen) del fracaso de la economía autárquica, de la que el franquismo comenzaba por entonces a salir gracias al apoyo de los Estados Unidos. Vicens Vives lo atribuye al intervencionismo estatal, al alza imparable de los precios y al mercado negro. El carácter férreamente represivo del régimen impidió las protestas de la población y yuguló las alternativas económicas de los empresarios industriales más dinámicos, pero no logró evitar la desafección general ante el programa de «justicia social» que la dictadura trató de promover, según Vicens Vives, «de buena fe». Desde 1939, la distancia entre un pequeño grupo de potentados y la mayoría depauperada no dejó de aumentar: «La clase media de los intelectuales, de los pequeños comerciantes y artesanos se vio empujada hacia los escalones inferiores de la sociedad». La jornada laboral de ocho horas, reconocida oficialmente, se extendió a diez o más por la insuficiencia de los salarios. Los seguros sociales se deterioraban rápidamente por el incesante encarecimiento de la vida. Todo ello incidió en la prolongada crisis política del franquismo que ya se había iniciado cuando el historiador catalán terminó su ensayo de 1954, altamente recomendable todavía hoy para lectores no fanáticos, de izquierdas o de derechas.
Jon Juaristi, ABC, 29/4/12