EL PAÍS, 21/11/11
Los ‘abertzales’ rentabilizan la alta participación – PSE y PP retroceden
Euskadi estrena mapa político. Las elecciones locales del 22-M, en plena tregua de ETA, ya desbrozaron el nuevo horizonte con la irrupción de Bildu; en el 20-N, y un mes después de la llegada de la paz definitiva, la mayoría nacionalista es un hecho ya que PNV, vencedor en votos, y Amaiur, con un escaño más, acaparan 11 de los 18 diputados asignados a Euskadi. Ambos partidos, que han mantenido una dura pugna durante la campaña electoral como presagio de la rivalidad que les aguarda, disfrutan de una sustancial ventaja sobre los otros dos grupos mayoritarios, PSE-EE, que pierde más de la mitad de su representación de 2008, y PP, que no rentabiliza el efecto Rajoy.
Esta foto de situación favorable a los nacionalistas se vio alentada por una elevada participación en las urnas vascas -casi tres puntos por encima de la media nacional-, y de manera significativa en Gipuzkoa, y a la que contribuyó la presencia de una opción abertzale ya que en 2008 la antigua Batasuna se decantó por la abstención como rechazo a las fórmulas democráticas del Estado español.
Apenas habían transcurrido 15 minutos del primer cruce de sondeos a pie de urna cuando el candidato de Amaiur por Gipuzkoa Rafa Larreina compareció en Pamplona ante la prensa para «dar las gracias a Euskal Herria» por su «masivo apoyo». Los abertzales se sabían la primera fuerza de los tres territorios vascos en número de diputados. A esta coalición simplemente le valía comprobar el índice de participación, principalmente en su feudo natural de Gipuzkoa, para confirmar que tenía encarrilado el éxito final ya que disponía de tres de los ocho diputados guipuzcoanos en juego.
Sin embargo, el PNV ha sido el primer partido en número de votos, aunque pierde uno de sus anteriores seis escaños. En la campaña, donde Iñigo Urkullu se ha desgañitado consciente de la trascendencia de estas elecciones, su partido se había marcado como reto desplazar a los socialistas como la primera fuerza de Euskadi y, por encima de todo, disponer de grupo propio. Una vez conseguidos ambos propósitos, el PNV se siente satisfecho, un estado de ánimo favorecido por la consolidación de Josu Erkoreka como un sólido candidato a lehendakari en base a sus excelentes resultados en Bizkaia, que contrastan con el progresivo retroceso nacionalista en Álava y Gipuzkoa, territorio este donde el soberanista Joseba Egibar sale especialmente magullado porque apenas obtiene un escaño, prolonga su cuesta abajo iniciada hace cuatro años y se ve incapaz de tratar de tú a tú a Amaiur en el granero electoral identitario.
Mientras, los socialistas siguen sin reponerse del castigo que ya se mostró con especial virulencia en las elecciones locales del 22-M y que se deriva de la responsabilidad que los vascos le atribuyen miméticamente en los efectos de la crisis económica. Este duro golpe les priva de cinco de los nueve diputados 2008, cuando llegaron entonces al récord de votos.
Conscientes los socialistas de la dificultad de contener en Euskadi la debacle que se inoculó en el resto de España, quizá se sientan aún más preocupados por la debilidad electoral del PP, su socio preferente en el Gobierno, ya que les sitúa a demasiada distancia de la mayoría nacionalista para aguantar hasta 2013 el resto de la actual legislatura.
Y es que el PP vasco no ha podido subirse como pretendía a la ola Rajoy y le auguraban unas ilusionantes encuestas. Bien es cierto que repite su cuota anterior de tres diputados, pero es incapaz de llegar, siquiera, al porcentaje de votos de 2008 cuando los socialistas arrasaron en Euskadi. En especial, los populares lamentan no haber alcanzado su segundo diputado en Álava, un territorio convertido en el auténtico objetivo de la campaña por tratarse de un escenario ideológico abonado ya que gobiernan sus tres principales instituciones.
EL PAÍS, 21/11/11