ABC – 28/11/15
· Discurso solemne del presidente francés en Los Inválidos en honor de las víctimas del 13-N.
· El borde de las lágrimas, el presidente François Hollande ofició ayer de padre de la Patria, glosando la unión sagrada de la Nación, en la ceremonia solemne celebrada en el patio de honor del Palacio Nacional de los Inválidos, donde Francia celebra a los héroes de la Patria, en homenaje a los 130 muertos y 350 heridos durante la trágica noche del viernes 13 de noviembre.
Ante los representantes oficiales de todas las instituciones del Estado (Asamblea Nacional, Senado), las fuerzas políticas y sindicales, los familiares de las víctimas del 13-N, el jefe del Estado pronunció un vibrante elogio del patriotismo, la unidad nacional ante la adversidad y el proyecto solidario de vivir en común.
El presidente Hollande comenzó por hacer una promesa moral: «A todos, a toda la Nación, representada en esta ceremonia, a todos prometo que Francia lo hará todo para destruir al ejercito de fanáticos que ha cometido esos crímenes». Sin entrar en los detalles policiales, diplomáticos y militares de la guerra que comienza, prolongación de otras guerras, el jefe del Estado prefirió glosar la profunda dimensión moral de la comunión cívica de la Nación, en la ceremonia de recuerdo de las víctimas: «Viernes, 13 de noviembre. Un día que no olvidaremos jamás. Francia fue golpeada cobardemente.
Una horda de asesinos mató a 130 de los nuestros, hiriendo a varios centenares, en nombre de una causa loca y un dios traicionado. Hoy, la Nació entera, en pie, llora a sus muertos. 130 nombres. 130 vidas desgarradas. 130 sonrisas que no volveremos a escuchar. 130 voces muertas para siempre. Asesinados por que ellos encarnaban Francia, porque ellos encarnaban la libertad. En nombre de la Nación, me dirijo a sus familias reunidas, hoy, para acompañarlas en su dolor. A todos digo, decimos: “Francia estará a vuestro lado”».
El presidente terminó su discurso solemne afirmando: «Los terroristas deseaban romper esa armonía, esa manera de vivir libres, en comunión con nuestros valores. Nuestra mejor manera de responder a esa barbarie es volver a cantar nuestro himno nacional, volver a cantar nuestras canciones, volver a nuestras salas de fiestas de conciertos, volver al Estadio de Francia. ¡Viva Francia! ¡Viva la República!»
Se trataba, la gélida mañana del jueves, de una suerte de comunión de Francia con su historia, sus instituciones, en un espacio arquitectónico emblemático. El complejo de los Inválidos data del siglo XVIII e integra una gran iglesia barroca, el Museo del Ejército y los mausoleos consagrados a Napoleón el general Charles de Gaulle, los máximos héroes militares de la Nación.
Tradicionalmente, en el patio de honor de los Inválidos solo se celebra a los héroes militares, salvo en ocasiones históricas excepcionales, cuando el jefe del Estado decide reunir en ese recinto a los representantes de todas las instituciones nacionales (Asamblea Nacional, Senado, fuerzas armadas, partidos políticos y sindicales) y representantes diplomáticos de todos los grandes vecinos y aliados.
Popular y sagrado
En esta ocasión, la mañana del jueves, François Hollande decidió dar a esas ceremonias un tono íntimo, solemne, sobrio, popular y «sacro», al mismo tiempo, que un portavoz personal del Elíseo resume de este modo: «Los símbolos son esenciales e indispensable, comenzando por La Marsellesa, el himno nacional, al principio y el fin de la ceremonia. Más allá de cualquier diferencia o sensibilidad, el presidente Hollande rinde homenaje a las víctimas, y, a través de ese recuerdo, íntimo y colectivo, un homenaje a toda una generación, un homenaje a la nación, a Francia, a nuestra manera de vivir, a nuestra cultura».
También fue decisión personal del presidente Hollande asociar a la más alta cultura popular francesa al homenaje nacional de los Inválidos. Tras La Marsellesa, la cantante Natalie Dessay interpretó una canción de Bárbara, uno de los iconos de la música popular francesa del último medio siglo. Por su parte, los cantantes Camelia Jordana, Yaël Naim y Nolwenn Leroy fueron invitados a cantar una mítica canción de Jacques Brel, «Quan on n’a que l’amour» (Cuando solo se tiene el amor), uno de los grandes monumentos de la música popular francófona. Una composición fúnebre de Bach serviría de prologo a la oración fúnebre y solidaria pronunciada por el presidente Hollande.
Pierre Nora, uno de los grandes historiadores franceses de nuestro tiempo, especialista emérito en lugares simbólicos de la memoria nacional, comenta la ceremonia solemne de los Inválidos de este modo: «La decoración, la liturgia y la puesta en escena son indispensables en todo duelo nacional, colectivo, como en todo duelo íntimo. Asistimos a un retorno de los símbolos nacionales, que debemos interpretar como una reconciliación de Francia consigo misma».
ABC – 28/11/15