IGNACIO CAMACHO-ABC

  • La impostura de empatía y moderación es el peor disfraz de Sánchez. Se le nota rígido, antinatural bajo el camuflaje

Imaginen que el director de ABC entrevista en vídeo a un servidor, o a Burgos, o a Prada, o a Peláez, o a Belmonte, o a Girauta, o a cualquiera de los y las columnistas que cada día contribuimos a poner en pie este peristilo. Quirós nos saluda elogiando nuestro presunto talento, enumera nuestros hipotéticos méritos y celebra nuestros últimos artículos. Y nosotros contestamos ensalzando con entusiasmo y desparpajo la calidad alcanzada por el periódico bajo su providencial liderazgo. Una cascada de halagos derramados sin ruborizarnos. Piensen ahora en Florentino Pérez entablando con Ancelotti un diálogo en el mismo formato, o en Ana Botín felicitando a su consejero delegado por el aumento de la ratio de solvencia del banco. El cachondeo en redes sociales y charlas de oficina o de bar, recorrería el país del Atlántico al Mediterráneo.

Pues he aquí que a alguno de los mil y pico asesores de Sánchez se le ha ocurrido que es una gran idea hacer que el presidente converse con sus ministros y comente su trabajo y sus proyectos en tono distendido. Una cosa informal, modernita, descorbatada y tal, como una charla entre amigos. Explican el programa electoral, se cruzan piropos mutuos, le dan cera a Feijóo y se aplauden a sí mismos por haber revalorizado las pensiones o subido el salario mínimo. Para atraer el voto moderado, dicen, exponiendo su gestión con espíritu constructivo. De momento sólo con los miembros socialistas del Gabinete; los de Podemos no están previstos. Si acaba saliendo Yolanda Díaz será un indicio de por dónde van los tiros.

Y no, no se trata de una parodia ni de un meme, aunque lo haya acabado siendo. Es parte del esfuerzo de todo un equipo estratégico, fruto aparente de una tormenta de cerebros como aquellas de Kennedy y sus ‘cabezas de huevo’. Como decía Machado, «algo perfectamente serio», un invento para que los españoles aprecien la cohesión, el acierto y el ‘feeling’ positivo que reina en el Gobierno. Como las homilías de la pandemia pero concelebradas, un ‘aló presidente’ por colleras, con desfile de sonrientes subalternos entregados a un sonrojante ritual lisonjero. Con pláticas de este tenor: «Tú conseguiste lo imposible con los fondos europeos». «Y tú eres una enciclopedia, un libro abierto». Al final de cada entrega suena una rendida ovación de militantes corifeos.

A estas alturas, el ejército de consultores de Moncloa aún no parece haber aprendido que la impostura de un carácter suave retrata el peor perfil de Sánchez. Su afán por mostrarse empático queda antinatural, ortopédico, chirriante como todos los empeños artificiales. Se le ve rígido, agarrotado, incluso ridículo en ese papel postizo de dirigente relajado y amable, como un actor incómodo por el exceso de maquillaje. O será, simplemente, que por mucho que enmascare su necesidad de autobombo constante ya tenemos muy vistos todos sus disfraces.