Rebeca Argudo-ABC

  • Debe de ser complicadísimo pertenecer al orfeón progresista

Un día afean no creer en la palabra de un periodista sin mayor evidencia aportada que la propia afirmación (asunto Precedo y su «yo sé quién lo hizo pero no lo voy a decir») y al siguiente exigen tocar las pruebas con sus propias manos para dar la mínima credibilidad a una noticia (Ábalos y Koldo afirmando que, efectivamente, hubo una reunión en 2018 entre Sánchez, Otegui y Cerdán en un caserío para negociar la moción de censura a Rajoy).

Un día ordenan que a los hijos se les deje en paz, que no se debe atacar a los retoños para tratar de dañar a sus padres (asunto presuntos enchufes de los hijos de algunos periodistas, como Xabier Fortes o Jesús Maraña) y al siguiente apuntan a otros hijos para tratar de desacreditar a sus progenitores (andan insinuando que la hija del juez Marchena debe su plaza de fiscal no a sus propios méritos precisamente).

Un día sentencian que es de miserables considerar que alguien haya podido mentir, pese a que así lo haya dictaminado un tribunal, inhabilitando por delito cometido (asunto Álvaro García Ortiz y su proceso judicial por revelación de secretos) y al siguiente se pide no dar credibilidad «a gente que está procesada por los tribunales frente a aquellos que no lo están» (la vicepresidenta Montero a propósito de Ábalos desmintiendo a Sánchez, que negaba la reunión con Otegui).

Un día denigran, denuestan y desprecian a una escritora y columnista por poco progresista para lo exigido, le inventan un término a medida (rojipardismo) y hasta escriben un libro para criticar el suyo (asunto Ana Iris Simón y su éxito literario ‘Feria’) y al siguiente piden las sales, espantados porque ha habido una crítica negativa, ¡una!, entre tantas y tantas injustificadas, hiperbólicas e impúdicas loas, al libro de otro escritor (espantada de David Uclés de Twitter por dizque ataques fascistas y el hiperventilado abatimiento del habitual coro mediático).

Un día estallan en furibunda indignación porque se niega la violencia machista y se le hace el juego a la ultraderecha (asunto nuevo libro del periodista y escritor Juan Soto Ivars sobre las denuncias falsas en la violencia de género) y al siguiente te mientan a la madre y te espetan los denuestos más desconcertantes los mismos que se declaran muy feministas y sensibilizados con el sufrimiento de las mujeres y la violencia que tienen que soportar en redes (ora por una entrevista al autor, ora por una crítica a la bochornosa campaña de sensibilización del Gobierno con motivo del día internacional por la erradicación de las violencias machistas).

Debe de ser complicadísimo pertenecer al orfeón progresista, ya sea a sueldo o por desmedida afición. Tiene mérito saber, en cada momento, si se va a rojo o a negro, sin mayor reflexión ni lógica, cuál es la causa exacta a defender. Hoy blanco y mañana negro, sin sonrojo ni pudor, sin decoro. Hay que tener talento, reconozcámoslo, para convertir a tanto adulto en una sumisa banda de estorninos al atardecer.