
De los mensajes cruzados entre Sánchez y José Luis Ábalos se desprende un considerable número de denuestos, no ya hacia los miembros de la oposición, a los que Sánchez insulta en público, sino hacia los queridos compañeros de partido. Los llama: petardo, pájara, impresentable, maltratador, jodida, hipócrita, torpe, cuñado y estulto, dependiendo de quien se trate. Nos centraremos en dos de los agraciados: Margarita Robles, que impulsó la moción de censura contra Rajoy, apoyándose en la sentencia ful de José Ricardo de Prada, anulada después por el Supremo. Margarita, está linda la mar, había sido la ponente de una sentencia también trucha, que condenó a Ahmed Tommohui a pasar 15 años en la cárcel por una violación que no cometió. El verdadero agresor, Antonio Gª Carbonell, tenía gran parecido físico con Tommohui, lo que llevó a la víctima, 14 años, a un error de identificación, sin que Robles quisiera evaluar el ADN que Carbonell había dejado como rastro biológico en las bragas de la niña.
Margarita no se sintió aludida por el calificativo ‘pájara’ ni por la apreciación de que ‘duerme con el uniforme puesto’ porque eso fue “hace muchísimos años”. Debería contener su entusiasmo superlativo. Eso lo dijo Sánchez el 14 de noviembre de 2020. O sea, hace cuatro años y seis meses, que es un muchísimo bastante corto. Ella aceptó el dicterio del jefe con ejemplar mansedumbre en una prueba de lo que Cayetana Álvarez de Toledo llamaba el 4º rasgo del retrato robot del enchufado sanchista: “No tener dignidad, aceptar cualquier humillación”. Ella se consideraba indemne frente a la ofensa porque lo dijo en “una conversación privada”, sintagma que empleó diez veces en una respuesta de un minuto y 19 segundos. Que sea en privado garantiza su veracidad. En público solo se vierten elogios de los compañeros. Aclarémonos: las conversaciones de un presidente sobre asuntos públicos no son ni pueden ser privadas. Ahí va un ejemplo: Si Pedro envía a Bego mensajes sobre su intimidad sexual serían estrictamente privados y sería delictivo publicarlos. Pero si Bego le contase a Pedro detalles de la intimidad sexual de un líder de la oposición al que se hubiera grabado en algún prostíbulo de la familia, sería esto lo delictivo.
Sánchez también descalificó a su vicepresidente Pablo Iglesias, a quien tildó de cuñado, maltratador, torpe y estulto y éste respondió con más indignidad que Margarita. Ante las descalificaciones ciertas y acreditadas, Iglesias dispara contra el mensajero, Esteban Urreiztieta, Yo tuve a Esteban por compañero de banquillo en una querella que nos puso un empresario socialista de cuya corrupción dimos cuenta hace unos años y estas cosas unen mucho; más que hacer la mili juntos. Sin conocer la vía por la que los correos de estos dos golfos ha llegado al periódico opino que la más probable es la de José Luis Ábalos y en segundo lugar, la UCO. ¿Dice el estulto que Urreiztieta y El Mundo mienten? No, se limita a insultar a quien publica la noticia. La acusación, como es habitual en estos casos, no va seguida de demanda alguna.