Santiago González, EL MUNDO, 7/9/12
Seguramente la edil Olvido Hormigos no podría suponer que había de alcanzar fama gracias a la combinación de un asunto irrelevante con otro que no lo es tanto: el primero es la grabación que ella hizo con la webcam de su ordenador mientras se masturbaba; el segundo es la impunidad con la que vidas y famas se aventan en internet. Lo de la paja es una tradición universal, y, por supuesto, muy española. Uno de los tomos de las memorias de Terenci Moix era El peso de la paja; un gran lienzo de Dalí, El gran masturbador.
La tradición goza también de arraigo en la izquierda. Durante la era Zapatero, los socialistas subvencionaron con 14.000 euros talleres de masturbación para adolescentes en Extremadura, más concretamente en Mérida, Trujillo, Castuera y Navalmoral de la Mata. «El placer está en tus manos», era el lema genérico de la iniciativa. Por la misma época, (2009) la Junta de Andalucía editó una Guía para la masturbación femenina, aunque antes del advenimiento de José Luis, hubo un precursor, el entonces alcalde de San Sebastián, Odón Elorza, que en una entrevista de El País (17-08-2003) manifestó: «La masturbación es algo necesario que los políticos deberían practicar con más frecuencia. Deberían masturbarse más. Les ali- viaría de muchas tensiones». No es improbable que llevado por la deformación profesional, el gran Onán creyera que masturba era un acrónimo de master en Urbanismo.
Y ahora esto. La concejal ha afirmado que se había grabado para hacerle un obsequio a su marido (sólo para tus ojos), afirmación que se ha de creer salvo prueba en contrario y que no ha cometido ningún delito. Y ésta es una verdad esencial en este caso, la piedra angular del mismo, sean cuales fueren las circunstancias. Quien ha cometido un delito, exactamente contra la intimidad de las personas (artículos 197 y siguientes del Código Penal) y el derecho de éstas a la propia imagen es quien puso en circulación algo que había sido un acto íntimo que ella jamás había pensado en convertir en trending topic. El juzgado de Orgaz que instruye el caso desde que ella presentó denuncia hace un mes tiene un imputado cuyo nombre no había trascendido ayer a la hora de cerrar esta columna. No hay, pues, razón para que dimita, tal como finalmente ha pensado la propia interesada, tras el aluvión de mensajes solidarios recibidos en las redes. Y esto no cambiaría aunque el destinatario del vídeo no fuera quien suponemos. Su derecho a la intimidad sería exactamente el mismo, aunque la señora Hormigos no haya sido un dechado de prudencia a la hora de velar ella misma por su propia intimidad.
Para su desgracia, las comunidades pequeñas, como su pueblo, son lugares mucho más inhóspitos que el confortable anonimato que proporciona la gran ciudad. Falta saber si en esta ocasión, los socialistas caerán en la tentación de politizar el asunto y aprovechar pro domo sua este lamentable asunto, pero todo indica que habrá más noticias y que no serán buenas para esta pobre mujer, que es profe- sora de educación infantil en un centro religioso, donde muy probablemente no se verán con buenos ojos estas fantasías.
Santiago González, EL MUNDO, 7/9/12