ABC 02/08/15
JOSÉ MARÍA CARRASCAL
· «¡Hay que detener a Rajoy como sea!» es el grito de guerra en el PSOE, su coro mediático y algún pepero rencoroso
DE nada sirve que los índices económicos españoles sean cada vez más positivos. Está en marcha una operación para hacer creer, primero, que la recuperación no existe; segundo, que Rajoy es tan culpable como Mas del brote secesionista catalán; y tercero, que Pedro Sánchez es el único capaz de resolver los problemas con que se enfrenta hoy España. Se encargan de ello unos analistas que, amparados en encuestas ad hoc que crean opinión en vez de reflejarla, están dispuestos a hundirle a cualquier precio.
Porque, vamos a ver, ¿quién dijo «pactaremos con todos menos con Bildu y el PP»? ¿Rajoy? No, Rajoy viene intentando pactar con el PSOE los grandes temas de Estado, sin recibir más que calabazas. Quien lo dijo fue Pedro Sánchez, que ha abierto la puerta de ayuntamientos y autonomías a las fuerzas antisistema. ¿Quién dijo que en cuanto llegase al poder derogaría toda la legislación del PP en materia económica? Pues el mismo señor, sin que hasta la fecha nos haya ofrecido otro plan que el «federalismo», que igual le sirve para el paro, la deuda, el secesionismo y, si me descuido, la calvicie. Y este es quien intentan presentarnos como el unificador de los españoles, cuando no es capaz de unificar su propio partido, con el socialismo catalán desenganchado, el andaluz a su aire, el valenciano por libre y, a nada que se descuide, el madrileño, pues lo único que les une es el miedo. Sí, miedo a que los españoles abran los ojos a la realidad y su partido quede relegado, como otros socialismos europeos, a residual. «¡Hay que detener a Rajoy como sea!» es el grito de guerra en el PSOE, su coro mediático y algún pepero rencoroso.
La maniobra es tan burda como soez: llega a emparejar a Rajoy con Iglesias, cuando no hay, personal y políticamente, personas más distintas. Quien se ha emparejado con Iglesias es Sánchez, no sé si por falta de caletre o de soluciones. Es él quien le ha facilitado la alcaldía de las principales ciudades españolas y alguna que otra comunidad autónoma. Es él quien no cita a Mas sin añadir que Rajoy tiene la mitad de la culpa de la deriva nacionalista catalana. Es él quien aprovecha cualquier oportunidad, e incluso sin ella, para sacar a colación la trama Gürtel, olvidándose de los ERE andaluces, y no digamos ya disculparse. Es él quien no se atreve a pronunciar el nombre de Pablo Iglesias, como si le tuviera respeto. Es él quien impide que las fuerzas constitucionalistas se unan para hacer frente a los que intentan dinamitar el sistema que, con todos sus defectos, ha traído la etapa más próspera y libre de la historia de España. Es a él, no a Rajoy, al que tendrían que pedir los manipuladores que se acerque al centro del espectro político que Rajoy ocupa desde hace tiempo. Es, en fin, la España cainita de siempre.