EL MUNDO – 06/07/16
· El Gobierno de Viktor Orban convoca un referéndum para el 2 de octubre sobre las cuotas de refugiados impuestas por Bruselas «Sólo los húngaros pueden decidir con quién quieren vivir»
· Hungría someterá a referéndum el próximo día 2 de octubre el sistema de cuotas de la Unión Europea para reubicar a los refugiados, un acuerdo firmado por los ministros de Interior el pasado otoño, aunque desde el inicio contestado por el Gobierno ultranacionalista de Viktor Orban.
Hungría recurrió ese acuerdo al Tribunal de Estrasburgo, un órdago a la cohesión de la Unión al que también se han sumado Polonia y Eslovaquia, país éste último que acaba de asumir la presidencia semestral de los 28.
«Los húngaros serán los primeros en la UE que podrán expresar su opinión sobre las políticas de Bruselas en el tema de inmigración», dijo el presidente del Gabinete, Antal Rogán, tras anunciar la fecha de la convocatoria.
El referéndum húngaro, efectivamente, será el primero que se celebrará en la UE sobre la acogida de refugiados, un asunto humanitario reconvertido en el caballo de Troya de fuerzas populistas de derechas que intentan asaltar el proyecto europeo metiendo en el mismo saco a refugiados, migración y soberanía. No en vano la pregunta a los húngaros, adelantada ya en febrero, no será si el país debe o no acoger a refugiados sino: «¿Quiere que la Unión Europea disponga, sin el consentimiento del Parlamento (nacional) sobre el asentamiento de ciudadanos no húngaros en Hungría?».
Orban, a diferencia del primer ministro británico David Cameron en el referendo sobre la permanencia del Reino Unido en la UE, ganará la consulta popular. Las encuestas ya vaticinan que el 90% de los ocho millones de húngaros llamados a las urnas votará «soberanía».
La campaña previa al referendo comenzará según la ley 50 días antes de la consulta, es decir el 13 de agosto, aunque sólo la oposición liberal abogará por el cumplimiento de un acuerdo que difícilmente, como así sostiene Orbán, alteraría la idiosincrasia de la nación ni haría proliferar las mezquitas.
De los 160.000 refugiados que la Unión Europea se comprometió a realojar del torrente de hombres, mujeres y niños que llegaban a las costas griegas e italianas, a Hungría le correspondían 2.300.
Orban no sólo no ha acogido a ninguno, sino que, en colaboración con otros líderes europeos ideológicamente afines, ha sellado sus fronteras con Serbia y Croacia drenando así la principal vía de escape a Europa de los refugiados, la llamada ruta de los Balcanes.
El Gobierno húngaro remató la construcción de esa trinchera nacional contra los refugiados «musulmanes» con una batería de leyes que castigan con penas de hasta cinco años de cárcel la entrada ilegal a su territorio y permiten el traslado de los refugiados interceptados cerca de las fronteras a centros de tránsito otro lado de las vallas fronterizas, desde donde, presuntamente, podrán solicitar asilo y refugio. Entre tanto, Hungría ha doblado el número de policías y soldados en las fronteras, hasta los 10.000 efectivos sólo en el flanco con Serbia.
No parece ser suficiente para «preservar el ADN húngaro» y asegurar, como dice Orban que «nuestros hijos y nietos se levantarán un día de la cama y reconocerán este hermoso país». «Hay que decir no a las políticas de Bruselas (en el referéndum)», insistió Rogán y agregó que «los húngaros tienen derecho a decidir con quiénes viven». Como el 52% los británicos.
Envalentonado por la victoria de los partidarios del Brexit pese al mal sabor de boca que ha dejado el resultado entre los británicos y el fraude político que ha supuesto la dimisión de los líderes que más campaña hicieron por la salida, Orban ha decidido consumar su órdago a Bruselas. «Será un duro golpe para el proyecto europeo», declaró el número dos de la Comisión Europea, Frans Timmermans. No habló de «traición», aunque ya hay voces que recuerdan a Hungría lo mucho que le debe al proyecto europeo. Concretamente unos 6.000 millones de euros anuales que el colocan en el segundo puesto de receptores netos de ayudas comunitarias.
La celebración del referendo húngaro no sólo coincidirá en el tiempo con la formación del gobierno en Londres que lleve a cabo la «desconexión» del Reino Unido de la UE sino también con la repetición de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Austria.
La repetición de unos comicios que han hecho perder bochornosamente la cara a Austria, convertida en la república bananera de la UE, darán una nueva oportunidad al candidato del partido nacionalista FPÖ, Norbert Hofer, de convertirse en el primer jefe de Estado de ultraderecha de la Unión.
Hofer perdió por apenas 30.863 votos o el 0,6% frente al ecologista Alexander Van der Bellen, tras un recuento que el Tribunal Constitucional austríaco ha reconocido que estuvo plagado de irregularidades, como denunció el FPÖ.
El duro discurso contra la migración utilizado por los partidarios del Brexit en el Reino Unido, por el FPÖ en Austria y por Orban en Hungría auguran tiempos difíciles para la Unión Europea, donde el populismo ha dejado de ser patrimonio exclusivo de fuerzas emergentes con aspiraciones de Gobierno.
Las demandas por una Unión a la carta cobran fuerza, también en forma de crítica a la política migratoria de Bruselas, en Eslovaquia, Checa y Polonia. Y lo mismo en Holanda, que ya votó en referéndum contra el acuerdo de asociación con Ucrania y sólo el 42% de la población es pro UE; o en la ya fracturada Escandinavia, o en Francia con un Frente Nacional que, de llegar al poder promete convocar un referéndum como el briánico, en Italia con el movimiento Cinco Estrellas. La lista de referendos encabezada por el Brexit, amenaza con acabar en UExit.
EL MUNDO – 06/07/16