IÑAKI EZKERRA-EL CORREO
- El horno justiciero no está para bollos al hablar de guerra en tiempos de guerra
Cuando hablamos de guerra en tiempos de paz, las cosas nos parecen muy claras y el debate se dirime entre el blanco y el negro: resulta obvio que Gran Bretaña y Francia debieron parar los pies a Hitler y no cederle los Sudetes firmando el Pacto de Múnich. Pero, cuando hablamos de guerra en tiempos de guerra, surgen los matices, las reconsideraciones, los tonos grises. Lo que estaba tan claro ya no lo está de repente. De repente la comparación de la actual invasión de Ucrania con la de aquella cordillera de Europa central, que en vísperas de la Segunda Guerra Mundial pertenecía a la antigua Checoslovaquia, resulta forzada, inexacta, imprudente…
Recuerdo que en la época en que ETA mataba y en la que se planteaba una salida negociada entre el Gobierno español y la banda terrorista, surgió desde las filas constitucionalistas la comparación de esa negociación con los acuerdos muniqueses de septiembre de 1938 y la errónea política de apaciguamiento de Chamberlain. Recuerdo la irritación que provocó aquella comparación en ciertos colegas. Como recuerdo también que acabaron haciéndola suya, especialmente a partir de la época en que ETA dejó de matar. Tanto les acabó gustando que se han tirado años repitiendo para todo, y hasta la saciedad, la célebre cita de Churchill en alusión a aquel pacto: «Os dieron a elegir entre el deshonor o la guerra; elegisteis el deshonor y tendréis también la guerra».
Cito esas palabras porque compruebo que ninguno de ellos las saca ahora a colación en el contexto de la guerra de Putin y de la invasión de Ucrania. Algún amigo mío al que no se le caía de la boca prefiere firmar manifiestos por la paz y hablar de campañas humanitarias. Percibo incluso que esa cita ha desaparecido de nuestra prensa hasta el punto de que sólo he encontrado una reciente referencia de ella, pero para rebatirla en un artículo titulado ‘Citemos a Churchill (pero escuchemos a Kennedy)’. En Netflix se emite ‘Múnich en vísperas de una guerra’, una película del director alemán Christian Schwochow que es un lavado de cara de la figura de Chamberlain y que lo justifica alegando que, gracias a su acuerdo con Hitler, ganó un año de tiempo que permitió armarse a Reino Unido para poder declarar la guerra a los nazis. En otro tiempo, habría habido una airada reacción crítica a esa película y a esa tesis. Pero da la impresión de que el horno justiciero no está para bollos. Da la impresión, sí, de que aquí hay un montón de peña que anda huyendo de Churchill como de la peste en espera de mejores tiempos para recordar sus frasecitas. Que quede claro que no juzgo a nadie. Sólo constato un hecho y me preparo para ver en Netflix una apología cinematográfica de Petain.