EL CORREO 08/11/12
El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco homenajeó ayer a José María Lidón en el undécimo aniversario de su asesinato por ETA
BILBAO. «La memoria de Lidón tiene el don de encender la chispa de la esperanza». El Tribunal de Justicia del País Vasco rindió ayer homenaje al magistrado de la Audiencia de Bizkaia, cuando se cumplen once años de su asesinato a manos de ETA. El acto, presidido por Juan Luis Ibarra, contó con la presencia de la viuda de la víctima, Marisa Galarraga, y los hijos de la pareja, Jordi e Iñigo, así como con diferentes compañeros del ámbito de la judicatura y representantes institucionales. Entre ellos, el alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna.
Ibarra abogó por una «democracia con historia y con memoria». En un breve discurso, instó a recordar a Lidón –primer y único juez asesinado por ETA en Euskadi–, así como al resto de víctimas de la «barbarie» de una banda terrorista que «aún sigue vigente» y del «zarpazo de la violencia política», como «clave de sentido a la razón de ser de nuestra convivencia». «El dolor por la pérdida de nuestro compañero se hará soportable en la medida en que lo integremos en un relato y en una historia de esperanza», proclamó.
A diferencia de otros años, junto a Ibarra tomaron también la palabra dos amigos y compañeros de tribunal de Lidón, Reyes San Emeterio y Juan Ayala. Ambos destacaron su carácter «afable, campechano» y su «afición de polemista» a la hora de debatir sobre cualquier cuestión, «incluida la religión». «Aunque le era imposible mantenerse enfadado más de un segundo», describió San Emeterio. «Organización, consenso y espíritu de equipo eran sus herramientas laborales». En lo personal, «lo mismo te preparaba un cóctel capaz de dejarte patas arriba, que podía ilustrar sobre las últimas novedades legales, la música de jazz más reciente, los intrincados secretos de una aplicación informática o el profundo significado de un libro de filosofía», relata su antigua compañera.
No comprometer la dignidad
Siempre «imparcial» en los procesos, como magistrado no vaciló en condenar a los proetarras que atacaron la sede socialista de Portugalete en 1979 –dos personas murieron en el atentado: Félix Peña y María Teresa Torrano–, pero tampoco dudó en hacer lo propio con los nueve guardias civiles que torturaron en 1980 en el cuartel de La Salve, de Bilbao, a Tomás Linaza, padre de un miembro de la banda terrorista. Lidón no llevaba escolta. Su nombre, a diferencia del de otros jueces, nunca había aparecido en los documentos incautados a los comandos detenidos. «Fíjate lo poco importante que soy que no aparezco en los papeles de ETA», llegó a comentar a los suyos.
Ayala destacó, precisamente, su «lucidez en tiempos de plomo», «tratando de sobrellevar el a veces horroroso presente de atentados y secuestros». Compañero de la víctima en la Audiencia Provincial de Bizkaia durante una década, definió a Lidón como un «catalán de pro que vivió felizmente en Euskadi». «Sabemos lo que significa que le asesinaran, que no le tenemos entre nosotros pero deberíamos», expresó ante la mirada atenta de los familiares del magistrado. «Pero estamos hablando para la esperanza; no han triunfado ellos, sino nosotros porque somos mejores». Ayala reconoció que ahora viene «un tiempo difícil», en una situación pacífica «que todavía es débil». Abogó en este sentido por «hacer destacar valores como la legalidad, sin renuncias que nos avergüencen o comprometan nuestra dignidad». «Va a ser duro y la fortaleza tiene que salir de dentro, de convicciones enraizadas, del conocimiento de personas como nuestro compañero», concluyó.
EL CORREO 08/11/12