Niega que vaya a producirse un verdadero «debate democrático», al no poder replicar a Zapatero y Rajoy. El lehendakari se convertirá en el primer presidente autonómico que interviene ante la Cámara Baja.
El lehendakari protagonizará hoy una jornada histórica en el Congreso de los Diputados. Juan José Ibarretxe se convertirá en el primer presidente de una comunidad autónoma que intervendrá desde la restauración de la democracia en la tribuna de oradores de la Cámara Baja, en la que defenderá con firmeza la propuesta de nuevo Estatuto aprobada el pasado 30 de diciembre por el Parlamento de Vitoria, reivindicará el derecho de los vascos a decidir su futuro y solemnizará su exigencia para que se abra un proceso negociador, pese a la derrota cierta que sufrirá el proyecto. La votación abrirá un nuevo momento político, en el que el tripartito sopesa responder al ‘no’ del Congreso convocando una gran manifestación que visualice el apoyo social a la propuesta e imprimiendo un acelerón al celendario electoral.
Lo que ocurra a partir de esta noche, una vez que el Pleno consume el bloqueo de la iniciativa, dependerá de cómo se desarrolle la sesión, según diversas fuentes consultadas; es decir, si discurre con corrección pese a la contundencia de los argumentos o si la tensión larvada en torno al plan se desborda. Ibarretxe, que presidirá como cada martes la reunión del Consejo de Gobierno antes de partir hacia Madrid, subirá a la tribuna a las cuatro de la tarde en medio de una fortísima expectación, sin un discurso escrito y sumamente descontento no sólo por la celebración misma del Pleno, sino porque se le impedirá, a priori, dar la réplica al presidente del Gobierno y al líder del PP. Es posible que el lehendakari utilice el euskera en algunos momentos de su alocución, lo que podría levantar ampollas en el hemiciclo.
«A la formalidad»
Ibarretxe ostentará hoy la representación del Parlamento de Vitoria, después de que éste le designara ayer, tal y como estaba previsto, gracias a los escaños del tripartito y con la oposición del PP, once sufragios en blanco del PSE -faltaron Patxi López y Jesús Eguiguren- y los votos nulos de la ilegalizada Batasuna. Según portavoces de Lehendakaritza, el presidente vasco se atendrá «a la formalidad», ejercerá de garante de lo aprobado por la Cámara hace un mes e intentará desmontar las críticas sobre el soberanismo del texto, reiterando que su pretensión es construir un nuevo modelo de «convivencia amable» con España sujeta, eso sí, al respeto a la libre decisión de los vascos.
Ibarretxe dejará constancia en la tribuna de oradores -donde unos y otros pelearán por ganarse a la opinión pública- de su «mano tendida» para buscar un acuerdo y reclamará la negociación que, tal y como vienen repitiendo machaconamente las fuerzas del Gobierno y él mismo, se está negando a pesar de considerarla como algo inexorable. Ayer, los portavoces nacionalistas se esforzaron en remarcar que el Pleno escenificará la existencia de un conflicto político que habrá de encararse antes o después, un convencimiento que apuntala la conocida advertencia de Ibarretxe de que la voluntad de las Cortes «nunca» sustituirá a la de los ciudadanos de Euskadi; manifestada, si es preciso, en una consulta.
El lehendakari, que ha ultimado en soledad su discurso, lo desgranará durante 30 minutos y, una vez abandonado el estrado, podrá sentarse en la tribuna del público o reunirse con sus acompañantes en la sala Mariana Pineda, emblema del liberalismo español que acabó ajusticiada. En una dura nota difundida ayer, la Presidencia vasca recalcó que Ibarretxe va a ser tratado como un «mero invitado», que sólo intervendrá una vez y que no podrá contestar ni a Zapatero ni a Rajoy, que se dirigirán a la Cámara justo tras él.
Todo ello constituye, a su juicio, «un signo bien elocuente de la imposibilidad de articular un debate abierto, democrático y civilizado en el Congreso», una censura que se añade a las denuncias de ilegalidad lanzadas contra los impulsores del Pleno y plasmadas en los recursos ante el Constitucional. Junto a ello, Ibarretxe cuestiona sin ambages que los grupos del Congreso, elegidos en las eleccciones generales, representen «la voluntad democrática y libremente expresada» por el Parlamento vasco. Una tesis destinada a contrarrestar el carpetazo que dará la Cámara a su proyecto.
EL PROCEDIMIENTO
El debate está previsto que comience a las 16.00 horas. El primero en intervenir será el lehendakari, que dispondrá de poco más de media hora. Le responderá el presidente del Gobierno, que no cuenta con ningún límite de tiempo. Al presidente del Gobierno le seguirá Mariano Rajoy y el resto de portavoces parlamentarios. El último en intervenir será el representante del grupo socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba.
«Un conflicto histórico y político sin resolver»
El debate que se celebrará hoy en el Congreso de los Diputados demostrará «la existencia de un conflicto histórico de naturaleza política sin resolver». Así lo consideró ayer el portavoz del PNV en el Parlamento vasco, Joseba Egibar, para quien, tras el previsible rechazo de la Cámara Baja al plan Ibarretxe, todos tendrán «sus propias e intransferibles responsabilidades».
El representante jeltzale aclaró que con la votación en las Cortes «no se acaba nada», porque seguirá habiendo un «conflicto político» que hay que arreglar. Asimismo, recalcó que el lehendakari trasladará al Congreso la «voz de un Parlamento, teniendo tras de sí la mayoría absoluta política y la inmensa mayoría del voto ciudadano».
Egibar criticó el procedimiento habilitado por la Mesa del Congreso para tramitar el plan Ibarretxe «por precipitación y nerviosismo» y se mostró poco esperanzado en que el Tribunal Constitucional se pronuncie sobre los recursos presentados antes de la celebración de la sesión.
Por su parte, el portavoz de EA, Rafael Larreina, se expresó en parecidos términos al apuntar que existe una oportunidad de «resolver un problema político», porque si no, se «repetirá el error del pasado y el escenario de enfrentamiento» actual. Larreina insistió en que en el Congreso se va a presentar la «voluntad mayoritaria de la sociedad vasca» y que ante esto, la Cámara Baja está ante «el reto de enmendar el error cometido hace 150 años cuando dijo no a la voluntad mayoritaria de esta misma sociedad». A su juicio, «desde el reconocimiento de la voluntad política se puede avanzar en la solución del problema político de fondo».
EL CORREO, 1/2/2005