ABC 24/04/16
· El gran muñidor de la operación, Julio Anguita, cree que es el momento de superar al PSOE
Es miércoles 20 de abril y el Rey espera que, en veinticuatro horas, el presidente del Congreso, Patxi López, le entregue la nómina de políticos que recibirá en la última ronda de consultas antes de que, por primera vez en la historia, tenga que disolver las Cámaras. Esa tarde, una curiosa filtración bombardea a los medios digitales: Podemos e IU han llegado a un acuerdo para concurrir juntos a las probables elecciones del 26 de junio. Un alto dirigente de la formación morada, que acude a un programa de televisión, niega y reniega que eso sea verdad. «No sé ni una palabra de lo que me habla usted –contesta a ABC–; lo que sé es que no es verdad que se haya acordado nada». Los interesados, Pablo Iglesias y Alberto Garzón, no confirman la noticia a través de sus cuentas en las redes sociales. Y sobre todo hay una persona especialmente enfadada: Íñigo Errejón.
El peso de Errejón La filtración de un supuesto acuerdo Podemos-IU provocó que una persona estuviera especialmente enfadada: Íñigo Errejón, ninguneado una vez más El análisis de Garzón «Que lleguemos a un acuerdo depende de la fuerza que tenga Errejón y sus tesis de aproximarse al PSOE y no a nosotros», dice Alberto Garzón
El número dos se siente ninguneado una vez más. Desde la fulminante destitución de su amigo Sergio Pascual por parte de Iglesias, se le oye poco dentro de Podemos. En su entorno se quejan: «Manda más en el partido Julio Anguita, que está empeñado en su viejo sueño de que nos integremos en una candidatura con IU, que Íñigo». Y es que el portavoz parlamentario, ahora caído en desgracia, se niega rotundamente en una reunión a puerta cerrada a ir de la mano de Alberto Garzón. Cree, según explica, que esa arriesgada apuesta da al traste con el discurso de la transversalidad (hacer acopio de votantes cuya única ideología sea cambiar el sistema) que tan buenos réditos les dio el 20 de diciembre: cinco millones de electores. Precisamente horas antes su amigo Sergio Pascual lo remacha en una entrevista radiofónica: «Si ese acuerdo con IU nos devuelve al eje izquierda-derecha ya superado y descarta la lógica de sumar a los que faltan con el eje arriba-abajo, la unión no sería buena idea».
Pero Iglesias sigue con su plan: hacer que trascienda un acuerdo al que todavía no se ha llegado para que a Pedro Sánchez «le tiemblen las piernas» –apuntan en Podemos– ante la posibilidad de que esa alianza desbanque al PSOE, por primera vez en la España democrática, como formación hegemónica en la izquierda. Por eso, la noticia que corre como la pólvora mientras Mariano Rajoy recibe en La Moncloa al presidente catalán, Carles Puigdemont, cae como una bomba en su verdadero destino: la calle Ferraz de Madrid.
Operación Anguita
El gran muñidor de la operación, Julio Anguita, cree que ha llegado el momento de hacer el «sorpasso» al PSOE, sobre todo tras el «impresentable» portazo que Susana Díaz le dio a IU en la Junta de Andalucía. Sin quererlo, el dardo intencionado del miércoles que buscaba dañar a Sánchez podría favorecer al PP, reconocen en Podemos. La política hostil seguida por Pedro Sánchez contra el partido más votado se volvería en su contra y le infligiría un severo castigo. En el partido de Rajoy se hace un análisis positivo: una repetición de elecciones dejaría al PSOE sin argumentos para seguir bloqueando un Gobierno constitucionalista, pero si, además, ya no ocupa la segunda plaza, su debilidad le obligaría a apartar a Sánchez y a flexibilizar su posición ante el PP.
Pero el PSOE no tira la toalla y en Ferraz se apresuran, tras conocer el acercamiento del miércoles, a echar cuentas para amortiguar el golpe. Un barón asegura a ABC que «esto no se trata de sumar dos más dos porque tanto en Podemos como en IU habría un voto de censura por perder su identidad política». Es decir, rechazan que la nueva marca vaya a aglutinar matemáticamente a los 5,1 millones de la fuerza morada y los 922.000 sufragios cosechados por la coalición que dirigió Anguita.
El que fuera alcalde de Córdoba continúa, sin embargo, con sus gestiones para acercar a sus dos ahijados políticos: Iglesias y Garzón. En su feudo, Andalucía, las relaciones entre Teresa Rodríguez (Podemos) y Antonio Maíllo (IU) son inmejorables gracias al maridaje propiciado por Anguita. Rodríguez, que forma parte de Izquierda Anticapitalista, es una ferviente defensora de sumar por la extrema izquierda y alejarse del PSOE. Todo lo contrario que Errejón. El propio Alberto Garzón lo reconoce: «Que lleguemos a un acuerdo depende de la fuerza que tenga Errejón y sus tesis de aproximarse al PSOE y no a nosotros».
Camino por andar
Pese a que dentro de IU pesos pesados como Gaspar Llamazares y Cayo Lara, además del propio PCE, fundador de la coalición, están en contra de la confluencia, la posibilidad de sortear con esa alianza por la izquierda la ley electoral que les ha castigado con solo dos diputados «desbrozará el camino», asegura un dirigente comunista. Eso sí, según recuerdan en el entorno de Garzón, «el pacto tendría que ser de ámbito nacional y no solo en aquellos territorios que le convienen a Iglesias para sus intereses partidistas».
Pero el tiempo pasa, y lo que fue una filtración interesada en un momento delicado para el PSOE podría materializarse en las próximas semanas, cuando ya estén convocadas las nuevas elecciones, gracias a la gestión del nuevo hombre fuerte de Iglesias, Pablo Echenique.
El objetivo de Podemos de que Sánchez, amenazado por el pacto con IU, abandonara su matrimonio con Ciudadanos y se entregara al partido populista, sus confluencias y a los grupos independentistas, para convertirse en presidente, parece ya imposible. Al otro lado, los socialistas siguen negándose a la gran coalición que volvió a ofrecer Rajoy a través –al más puro estilo de la nueva política– de Twitter. Las elecciones, pues, parecen inevitables con una nueva marca: la que concilie a Podemos e IU.