Teodoro León Gross-El País
A medida que Podemos dilapida su enorme capital, le despeja el horizonte a Rivera
Hay un factor clave para interpretar el auge de Ciudadanos (C’s) en las encuestas, hasta el triple empate e incluso más allá: Podemos. Se trata de un fenómeno simple: el auge de Iglesias a partir de 2014, cuando llegó a encabezar los sondeos, asustaba al electorado de derecha empujándolo al voto refugio del PP, acogiéndose a la lógica del valor seguro: “más vale malo conocido…”. El miedo, y esa es una lección política desde la Antigüedad, siempre hace ver las cosas peor de lo que son; y para el PP fue sencillo trabajarse eso. Pero a medida que Podemos dilapida su enorme capital desoyendo a sus oráculos fundacionales y perseverando en sus errores —del sorpasso al jardazo— le despejan el horizonte a C’s. Y la tendencia de Podemos se podrá frenar, pero difícilmente revertir.
Naturalmente hay que tomar los sondeos con prudencia. Y no ya porque, según esa máxima tan típicamente colombiana, las encuestas sean como las morcillas, que gustan mucho hasta que se sabe cómo están hechas. No se trata de desconfianza metodológica, pero C’s, un partido virgen en el poder, ya ha experimentado antes el idilio demoscópico para vérselas después con la cruda realidad. Se gana en las urnas, no en las casas de sondeos. Pero hay viento de cola y, más allá del éxito genuino en Cataluña con un discurso sin dobleces, será clave la desactivación de Podemos para tranquilidad del electorado conservador, que es siempre de reacciones lentas y refractario al aventurerismo. Es su oportunidad de votar regeneración.
Naturalmente a C’s no sólo le beneficia la crisis de Podemos, sino todo el tablero: desde el procés II en Cataluña al viejo bipartidismo gris del PPSOE. Y aunque recoge votos de todos los flancos, ya le vale con los síntomas de fatiga de esos electorados. Por supuesto es determinante el descrédito del PP por la corrupción con el quietismo arriolero de Rajoy. Y la ironía es que incluso los logros de estabilidad económica le benefician. Por su lado, Pedro El Veleta Sánchez se ha dejado atrás el auge tras las primarias con nuevos bandazos. Cada disfraz ideológico le dura menos que a Mortadelo —Mr. Noesno acabó siendo el Señor Síessí con el Cupo y el 155— y al cabo siempre parece dispuesto a dispararse a sí mismo en el pie con más y más decálogos.
C’s, desde luego, tiene limitaciones: voto mayor/voto rural. Pero en Cataluña ya ha demostrado cómo trabajar sus espacios. Ganaron en grandes distritos de Barcelona y en las 10 mayores ciudades. Son los triunfadores de Tabarnia. Su escasa estructura rural probablemente sólo cambiará cuando toquen poder; hasta entonces hay que hacer de la necesidad, virtud. Aun renunciando a Galicia, sus apuestas pasan por Madrid y Valencia y progresar en Andalucía. Aunque en el resto de España no puedan rentabilizar un esquema tan polarizado como en Cataluña, hay margen y un escenario propicio al desaparecer el factor “miedo a Podemos”. Eso parece de sentido común, más allá de las encuestas que, como le gusta decir a Warren Buffet, no reemplazan a la lógica.