Aprovechando el enorme poder que atesora como secretario general, Pablo Iglesias dio ayer un golpe de mano para condicionar a su favor las reglas de juego de su disputa política con Íñigo Errejón para el segundo congreso nacional de Podemos, que desde ayer tiene como fechas de celebración los días 10, 11 y 12 de febrero. En un movimiento fugaz en la reunión semanal de la Ejecutiva, que cogió totalmente a contrapié a Errejón, Iglesias propuso modificar el formato de la Asamblea Ciudadana para que el debate de las ideas –que es lo que separa a ambos– se decida al mismo tiempo que el debate de las personas que tienen que dirigir la organización. Es decir, que la elección de determinadas personas se produzca arrastrando unas tesis concretas.
Esto es algo que, además de ser rechazado de plano por Errejón bajo el argumento de que así se impide un debate real sobre los dos proyectos políticos, también preconfigura las votaciones como un plebiscito en torno a la figura de Iglesias, que no tiene ningún rival de peso para revalidar el cargo de secretario general.
Errejón, que ayer fue catalogado por primera vez por Iglesias como el líder «de la corriente crítica», fue especialmente beligerante con estas reglas de juego y recriminó al líder de Podemos haber diseñado un congreso como si se tratara de una «pelea de gallos» o de un duelo del Oeste americano como el «de OK Corral». Porque en lugar de plantearse únicamente una legítima disputa de ideas, obliga al errejonismo a presentar una lista alternativa a la de Iglesias para el Consejo Ciudadano –el órgano de dirección política–, a priori favorita por estar patrocinada por el secretario general e indirectamente vinculada a su continuidad.
Hasta ahora, los principales precedentes de congresos en Podemos, ya sean estatales o autonómicos, han operado bajo la lógica de que eran dos votaciones separadas, por ser dos discusiones distintas. Está el ejemplo de Madrid de hace poco más de un mes y, sobre todo, el primer congreso del partido en Vistalegre. Primero se votaron los documentos, o sea, las ideas sobre la hoja de ruta política y la organización, y días después la configuración de las direcciones que aplican esas tesis.
Iglesias da ahora la vuelta a ese formato y une «documentos y caras» al mismo tiempo. «Nadie en Podemos puede pensar que es sensato separar esos momentos», dijo, «no tiene justificación una votación separada». Entre otros argumentos, señaló, porque ambos procesos arrojan cifras muy diferentes de participación. «Como evidentemente las candidaturas van en función de planteamientos políticos que están en documentos, creo que va a ser un consenso el que los documentos y las listas se deben votar al mismo tiempo», ahondó. Sin embargo, Errejón se desmarcó de inmediato de ese supuesto «consenso» con fuertes críticas y anunciando que presentará documentos político y organizativo.
Esto no hace más que elevar la tensión entre las dos corrientes mayoritarias y aboca a Podemos a un choque en el próximo Consejo Ciudadano, convocado el 17 de diciembre, para aprobar formalmente la convocatoria del congreso.
Iglesias dejó muy tocada la autoridad del máximo órgano entre congresos, pues se lo saltó para anunciar un referéndum para que las bases decidan, junto a un cambio en el sistema de votación, la pretendida unión de documentos-caras. La única baza de los errejonistas ahora es aprovechar su fuerza en el Consejo para tumbar esta propuesta.