Después de que un grupo de personas encapuchadas y enmascaradas reventara ayer una conferencia de Felipe González en la Universidad Autónoma de Madrid, con proclamas como que tiene las manos «manchadas de sangre», los dedos del Gobierno y del PSOE señalaron a un mismo responsable: Pablo Iglesias. Según su visión, el líder de Podemos ha actuado como instigador del boicot al haber alimentado la crispación en su cruzada personal contra el ex presidente del Gobierno, contra el que viene arremetiendo con dureza en estas semanas. Iglesias ridiculizó esas acusaciones y minimizó lo ocurrido por ser una simple «protesta estudiantil».
El grave incidente obligó a suspender la charla de González para poder detener los episodios violentos que empezaban a protagonizar algunos de los 300 radicales. Los forcejeos a las puertas del Aula Magna de la Facultad de Derecho llegaron a ser tan intensos que la entrada tuvo que reforzarse con baúles.
La nueva dirección del PSOE salió en tromba y fue rotunda a la hora de responsabilizar a Podemos. El portavoz de la Comisión Gestora, Mario Jiménez, culpó expresamente a Iglesias diciendo que «un político irresponsable ha señalado a alguien» y, posteriormente, «los violentos» han irrumpido en el acto universitario «repitiendo las mismas consignas que él vertió en el Congreso».
Jiménez se refería a las palabras de Iglesias en el debate de investidura de Pedro Sánchez a primeros de marzo. Entonces, el líder de Podemos acusó a González de tener «el pasado manchado de cal viva». Algunos de los manifestantes de la Autónoma llevaban ayer pancartas con esta consigna y se escondían con máscaras con el nombre de víctimas de los GAL. «Es la historia que hemos visto muchas veces», continuó Jiménez, «un político irresponsable señala a alguien, hace acusaciones y una serie de violentos reproducen esas acusaciones de manera violenta».
Multitud de dirigentes socialistas lamentaron públicamente el boicot sufrido por González. Entre ellos la presidenta de la Junta, Susana Díaz, que acusó a Podemos de haber «justificado» los gritos y los insultos contra el ex presidente. Además, le reprochó el uso de una «terminología bélica» para referirse al PSOE.
El ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, también dirigió su mirada a Iglesias al referirse a cuál es la causa del boicot. «Desde luego estoy seguro de que no han sido las Nuevas Generaciones del PP, tampoco me parece que sean las Juventudes del PSOE. Entonces habrá que buscar otros sujetos que hayan protagonizado este acontecimiento que, insisto, me parece lamentable», señaló.
En las acusaciones a Podemos jugó un papel destacado el boicot similar que sufrió Rosa Díez en octubre de 2010 en la Universidad Complutense, en el que participaron Pablo Iglesias e Íñigo Errejón.
También incidió por ahí el vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Casado, quien se preguntó si actos como el de ayer son parte de la «anunciada vuelta [de Podemos] a la calle a dar más caña y miedo».
Toda esta cascada de acusaciones del PSOE, el Gobierno y el PP soliviantaron a Iglesias, que ridiculizó sus palabras en las redes, donde él y otros dirigentes minimizaron la importancia de lo sucedido. Así, Iglesias criticó a quienes «se rasgan las vestiduras por una protesta estudiantil».
Errejón también le restó gravedad. «Se hacen acusaciones a la ligera. ¿Por qué? Alguien necesita un enemigo para tapar sus propias vergüenzas», dijo en alusión a la posible abstención del PSOE. «No estamos a favor de la violencia, pero tampoco a que se saquen las cosas de quicio».
En esta polémica PSOE-Podemos terció el socialista Eduardo Madina para contradecir a su partido y salvar de la quema a Iglesias. Dijo que los responsables sólo son «los que estaban ahí» y remarcó que no ve ninguna conexión con el partido morado.
El revuelo hizo que Pedro Sánchez saliera de su mutismo de estos días. El ex líder del PSOE dijo en Twitter que «tan importante como tener voz es dejar hablar y escuchar al que quiere utilizar la palabra. La universidad debe ser un espacio de diálogo». Esta reflexión la repitieron los principales partidos nacionales, incluido Podemos, que por medio de Carolina Bescansa tachó de «muy lamentable» el episodio de ayer.
González, que iba a intervenir junto al presidente de Prisa, Juan Luis Cebrián, ya fue abucheado hace 23 años en la universidad por los estudiantes. Entonces, el presidente habló, algo que ayer resultó imposible.
DIARIO DE UN BOICOT
Convocatoria. Los manifestantes se citan a las 11.30 horas en la Facultad de Psicología para ir en grupo a Derecho a dar «una calurosa bienvenida» al «terrorista de Estado» Felipe González.
Gritos y máscaras. Unos 200 individuos se concentran frente al Aula Magna, bloquean el paso e increpan al ex presidente con gritos y pancartas. Éste aguarda en otra parte de la universidad a la espera de que se reduzca la tensión, pero ésta aumenta. Los jóvenes están cubiertos con capuchas y máscaras, donde llevan escritos los nombres de víctimas de los GAL o, incluso, del socialista Pedro Sánchez.
Forcejeos. En la hora y media de protesta, algunos exaltados llegan a cargar a golpes en las puertas de acceso, con mucha gente dentro. Se refuerza la puerta con baúles de material técnico a modo de barricada. La situación sólo se calma con la suspensión del acto de González.