EL MUNDO – 12/07/16 – LUIS MARÍA ANSON
· Hace solo unos meses cuando se desencadenaba la tormenta y brillaba un relámpago, Pablo Iglesias creía que Dios en persona había descendido de los cielos para hacerle una fotografía a él, el César de Podemos. Con flash, claro. Las cosas han cambiado, si bien permanece invariable la tendencia de muchos políticos españoles al bóvido y al pienso. Podemos no se ha sumado al sistema pero sí a la casta. «Ahora, por lo visto –escribió Ortega y Gasset– vuelven muchos hombres a sentir nostalgia del rebaño. Se entregan con pasión a lo que en ellos hay de ovejas. Quieren marchar por la vida bien juntos, en ruta colectiva, lana contra lana y la cabeza caída».
Las ovejas merinas, según el autor de La rebelión de las masas, siguen dóciles al carnero adalid. Pablo Iglesias ha aprendido que quien abre y cierra el redil es siempre el buen pastor y maniobra ya abiertamente para entorpecer la solución que parecía cantada: acuerdo entre el Partido Popular y Ciudadanos y abstención de una parte del PSOE. El líder de Podemos, es decir, eufemismos aparte, del partido comunista del siglo XXI, sabe que las ovejas son muy zamponas y se esfuerza por ofrecer pesebres suculentos, introduciendo de nuevo en el estercolero político la tentación frentepopulista.
En diciembre pasado lo tuvo casi hecho: Frente Progresista, Sánchez presidente y él vicepresidente con amplias facultades en los sectores más sensibles del poder desde la televisión pública a los servicios de inteligencia. Se plantó rotundo Felipe González, retrocedió Sánchez y se alió, tras poderosas presiones con Ciudadanos. Iglesias se vengó recordando la cal viva y negó el voto al PSOE en la investidura. Estaba seguro, entonces, frente a la palabra batracia de algunos que en las nuevas elecciones iba a sorpassar al partido socialista.
Ahora juega a tentar a las ovejas glotonas. Donde hace unos meses dijo no, ahora diría sí. Sánchez, con determinadas alianzas y con los votos de Podemos, se sentaría en la silla curul monclovita, escabechando a Mariano Rajoy, que quedaría chasqueado, contemplando el botafumeiro de las sorayas arrumbado por los suelos. Si el líder popular abandona definitivamente su política madriguera, establece acuerdos firmes y hace concesiones inteligentes al PSOE, la estrategia de Pablo Iglesias naufragará. Pero hay que darse prisa porque no son pocos los diputados socialistas que están dispuestos al fornicio que se les ofrece en el caspódromo nacional.
El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones. Esta máxima no puede estar más lejos de lo que vive España en la actualidad, sobre todo desde las elecciones del 20 de diciembre pasado. No tengo la menor esperanza de que la clase política española, tan mediocre, tan achatarrada, tan de capillitas y campanarios, se desembarace de personalismos y partidismos. La España muerta de asco contempla cada vez más fatigada, cada vez más hastiada, la negociación de estas semanas, las torpezas de algunos y la vanidad estruendosa de los más. Los podemitas están tentando a los corderos que balan sin cesar. Rajoy deberá cerrar cuanto antes la negociación, me refiero a la que mantiene bajo cuerda, si no quiere encontrarse con sorpresas inesperadas.
Luis María Anson, de la Real Academia Española.