EL IMPARCIAL, 14/11/11
Ignacio Gordillo fue durante tres décadas – desde 1979 hasta 2010- fiscal en la Audiencia Nacional. Allí se caracterizó por ser un hombre libre, independiente y sometido únicamente al imperio de la Ley. Algo que le enorgullece enormemente, pero que al tiempo, le motivó a salir de la Audiencia al no poder crecer profesionalmente: «No significarse políticamente no está bien visto». Sobre estos años habla Gordillo en Memorias de un fiscal, un libro que ha escrito mano a mano con Irene Villa y que es de principio a fin un homenaje a las víctimas del terrorismo. El Imparcial comparte una charla con el ex fiscal, Eta, la justicia y la política, de telón de fondo.
– Dijo durante la presentación que usted no era nadie como para escribir unas memorias. Sin embargo, sí creo que tiene mucho que contar… 30 años en la Audiencia dan para mucho.
Sí pero durante estos 30 años lo único que he hecho es realizar mi labor como funcionario público, en el ejercicio de fiscal de la Audiencia Nacional. Creo que otro compañero lo hubiera hecho de igual forma, pues los jueces y fiscales estamos sometidos única y exclusivamente a la ley y yo no he hecho ninguna otra tarea que no sea cumplir la Ley, es decir, que por mi parte no hay ningún merito.
– ¿Por qué elige a Irene Villa para finalmente escribir este libro?
Cuando me propone la Esfera de los Libros mis memorias mostré mi extrañeza, porque no tenía nada que contar. Es verdad qué fueron unos años muy intensos, pero yo solo realizaba mi labor de funcionario público. Ahora, cuando me proponen que la persona que las iba a escribir sería Irene Villa a mi me pareció una idea estupenda, porque me parece que al ser este libro un homenaje a las víctimas, una víctima del terrorismo es la persona perfecta para hacerlo.
– Aunque tiene también algunos capítulos de corrupción, este libro es, como dijeron en la presentación, un homenaje a las víctimas del terrorismo.
A pesar de que se relatan casos de corrupción económica y política, este libro es un homenaje a las víctimas desde la dedicatoria. La mayoría de los casos tratados en la Audiencia Nacional tienen que ver con el terrorismo, unos delitos en los que siempre aparecen unas víctimas, que son las personas olvidadas y menos valoradas, por ello mi dedicatoria y mi completa admiración hacia ellas es lo que quiero transmitir en el libro.
Víctimas, además, de todo género porque al primer atentado que asisto como fiscal es el de los abogados laboralistas de la calle Atocha en Madrid, el día 24 de enero de 1977. Incluso otras causas en las que ya no son víctimas perpetradas por Eta, sino por Terra Lliure, Grapo y también por los GAL.
– Este libro arranca con el trágico asesinado de su compañera en la Audiencia Carmen Tagle. Ha sido duro imagino retrotraerse a esa época de dolor.
Sí, durísimo porque la muerte Carmen Tagle aunque para nosotros es una víctima más, personalmente significó mucho. Carmen era una mujer luchadora, íntegra y autentica y por eso Eta decidió matarla. No quería tener escolta para que no sufriera los riesgos que ella tenía de un asesinato. Era una persona íntegramente dedicada a luchar contra los terroristas y la prueba está en que momentos después de salir de un juicio contra Eta, fue cuando fue asesinada en la puerta de su casa. Es un hecho que nos impresiona por la salvaje forma de actuar de los terroristas y lógicamente nos dio más fuerza para continuar en nuestra lucha diaria, pues al día siguiente del asesinato hubo juicios contra Eta en la Audiencia Nacional.
– El libro sale en el momento exacto, coincidiendo con un nuevo comunicado de Eta. Cuando le preguntaron en la presentación sobre este asunto su posición era más bien escéptica. ¿Por qué?
La verdad es que el libro estaba terminado para ser presentado ahora en el mes de octubre o noviembre. Es una coincidencia, pero que me ha interesado mucho porque en el libro hay un capítulo hablando de negociaciones. De esos diez comunicados, treguas, ceses de la violencia expresamos nuestra opinión y con respecto a este último una vez más creemos que es una farsa, que Eta hace treguas solo cuando le interesa y no es más que para reorganizarse y volver a las instituciones. Este último comunicado es idéntico a los anteriores y por parte de la banda no hay intención alguna de abandonar la lucha armada y disolverse, sino de condicionar y chantajear de la misma forma que lo han venido haciendo todos estos años.
– ¿Cómo va a cambiar la forma de hacer política con Batasuna en el Congreso de los Diputados? ¿Se podría haber evitado tener a Amaiur en las elecciones? ¿Por qué no se ha hecho?
Personalmente creo que es una desgracia, que va a ser una consecuencia tremenda, pues uno de los éxitos de la lucha contra el terrorismo fue precisamente el que Eta no estuviera en las instituciones gracias a la Ley de Partidos. Una norma que estableció que ante cualquier vinculación con el terrorismo de un partido, será ilegalizado automáticamente, del mismo modo que ocurrió con Batasuna. Incluso la Ley referente al régimen electoral general tampoco permite la presentación de candidaturas que tengan cualquier relación con actividad terrorista. Sin embargo en este caso, el Tribunal Constitucional —desde mi punto de vista erróneamente- admitió el pasado 6 de mayo la legalización de Bildu, que se presentó a las elecciones y así volvieron a las instituciones. Ahora va a ocurrir lo mismo con Amaiur en el Congreso de los Diputados, algo que desde mi punto de vista es un paso atrás preocupante para la lucha contra el terrorismo, con unas consecuencias incalculables en este momento.
– ¿Cuál ha sido el capítulo más duro de escribir o recordar?
Todos son muy duros, pues tienen una gravedad y violencia enorme. Recordar no ha sido nada agradable y quizá lo más duro haya sido abordar de nuevo los atentados de las casas cuarteles de la Guardia Civil de Zaragoza y Vic.
Los asesinos, de una forma salvaje viendo cómo jugaban niños en las casas cuarteles, buscan esos féretros de niños, asesinando con una brutalidad increíble.
– Este libro también tiene alegrías, como la liberación de Ortega Lara. ¿Compensa por ello pasarse tantos años en la Audiencia?
Sí, lo he dicho siempre, el estar 30 años en la Audiencia Nacional ha sido un privilegio, el ejercer la actividad como fiscal contra los miembros de bandas terroristas también lo ha sido porque siempre hemos actuado dentro de la máxima legalidad. Además, ha sido grato conocer a algunas víctimas, como el caso de Irene Villa o Teresa Jiménez Becerril, unas personas extraordinarias, ejemplares y que siempre han demostrado valentía.
– Dice que lo que más factura le ha pasado es ser independiente y no significarse políticamente. ¿No es sorprendente cuando estamos hablando de un fiscal?
Soy dependiente únicamente de la Ley, nunca pertenecí a ninguna asociación de fiscales ni conservadora ni progresista, algo que en los tiempos actuales no está bien visto. Con ello no conseguí ascender, ni crecer dentro de la carrera fiscal, algo que me motivó a tomar la decisión de abandonar la Fiscalía de la Audiencia Nacional. La politización de la Justicia es algo que está ahí y es una de las grandes asignaturas pendientes.
EL IMPARCIAL, 14/11/11