ABC 22/12/13
· De barrio donostiarra a pueblo soberano, sus vecinos asisten a un futuro incierto
El pasado miércoles, el emblemático barrio donostiarra de Igueldo rompió unilateralmente con San Sebastián y se proclamó municipio soberano, reivindicación que desde los noventa había sido frenada por las instituciones. Pero esta vez los secesionistas han contado con un colaborador necesario, Bildu, que gobierna en la capital donostiarra y en la Diputación foral de Guipúzcoa. La coalición radical que preside Martin Garitano oficializó la quiebra territorial mediante un decreto foral que la oposición en bloque —PNV, PSE y PP— denunciará ante los tribunales por «ilegal». Estos grupos suman mayoría tanto en el Ayuntamiento como en Juntas Generales, pero la negativa del PNV a echar a Batasuna del poder ha hecho imposible una defensa más hábil de la integridad de San Sebastián, que pierde el 17 por ciento de su territorio y debe hacer frente a las ansias rupturistas que despuntan en otros barrios «pro Bildu».
Para mayor disparate, quien hoy es alcalde de la bella capital vasca, Juan Karlos Izagirre (Bildu), es vecino de Igueldo, lideró hasta 2011 el colectivo secesionista local y ha obligado al Ayuntamiento a mantenerse al margen del proceso en pro del «derecho democrático» del barrio a decidir su futuro lejos de San Sebastián.
Izagirre conservaba el miércoles su risita perenne, pese a que la separación de Igueldo es el mayor huracán político que vive la ciudad en años: «No voy a ser alcalde de Igueldo, defenderé los intereses de los donostiarras», proclamó el primer edil, a quien la oposición le reprocha su «cinismo insoportable» y exige su dimisión. La tensión reventó el pleno donostiarra del jueves y los grupos plantaron a Bildu por su «actitud dictatorial» al haber vetado su recurso judicial al decreto de independencia de Igueldo, pero que sí saldrá adelante el viernes.
Desafío para el PNV
Lo cierto es que, con Igueldo, Bildu ha vuelto a ganarle la partida al PNV, culminando su ensayo local de independencia unilateral, algo a lo que los de Urkullu se oponen (pero no así al troceo de España). El paso seguido en este barrio marca la «vía» que Batasuna plantea para «Euskal Herria». De hecho, la Diputación de Garitano ha desarrollado una gran campaña publicitaria equiparando los procesos soberanistas planteados en Escocia, Cataluña… e Igueldo. Así, invocando el «derecho a decidir» de sus vecinos.
Un grupo de vecinos festeja el decreto unilateral de independencia de Igueldo, el martes pasado se organizó el pasado 10 de noviembre una consulta popular. Ganó el «sí» (61,4%) en una votación abierta para los mayores de 16 años. El Gobierno central intentó neutralizarlo, pero la Diputación vistió el referéndum como no vinculante y además tiene la competencia de demarcación territorial.
¿Y ahora? A la espera de qué ocurre en los tribunales, una comisión gestora gobernará el nuevo municipio de Igueldo hasta las próximas elecciones de 2015. Los vecinos se dividían el miércoles, día uno de la nueva era, entre la algarabía de los más jóvenes y los recelos de los más veteranos. «¡Hay quien se piensa que todo lo va a pagar Garitano!», aseguraba a este diario Pedro, de 89 años, mientras echaba la tarde en la fonda Buenavista, de subida a Igueldo, donde hay una docena de establecimientos hosteleros para 1.074 vecinos. Sus compañeros de mesa convenían en que se votó con el corazón y no tanto con la cabeza. «Yo digo que el alcalde se deje de independencias y ponga de una vez luz y aceras en las calles», apuntaba otro señor, más bien molesto con toda esta historia.
Viabilidad en cuestión
En el debate se cuestiona la viabilidad económica de Igueldo fuera de San Sebastián. Bildu asegura tener en su mesa un informe que garantiza el futuro financiero de este enclave rural, aunque no se han ofrecido datos. Todos los vecinos consultados por ABC el miércoles desconocían cifra alguna. «No han enseñado ningún informe, no me creo que seamos viables siendo tan pequeños. Aquí no hay nada. Si me dijeran que esto será Mónaco, un paraíso fiscal… Yo me identifico con San Sebastián. Por supuesto», añadía un residente de una de las muchas y buenas villas que se esparecen por Igueldo, frente al Cantábrico.
«¡Pero si casi la mitad de los pueblos de Guipúzcoa son más pequeños que Igeldo!», replicaba en euskera una joven, que decía haber seguido de cerca el proceso. Una pareja jubilada se aferraba al sentimiento de pertenencia, confirmando que detrás de cualquier debate práctico, el nacionalismo busca someter la identidad a votación y sacar provecho de ello. «Nos sentimos de aquí. Ahí abajo (en alusión al centro de San Sebastián) siempre se aludía a nosotros como “ahí van los burros de Donosti”. Pero no necesitamos a nadie. Aquí tenemos de todo y saldremos adelante solos. Tenemos hasta cementerio propio».
La cobertura telefónica es casi nula en este enclave rural, unido cada media hora a San Sebastián por un autobús municipal, que es otro punto polémico. «A mí me da igual si Igueldo es pueblo o no, yo solo quiero que no me quiten el bus», decía, mucho más práctica, una mujer que trabaja en uno de los bares de la plaza, arriba. Allí están el frontón, la escuela de Primaria, la iglesia y la casa que deberá rehabilitarse para alojar el nuevo ayuntamiento, en cuyo balcón ya cuelgan la ikurriña y la bandera de los presos.