Ignacio Camacho, ABC, 12/6/2011
El Estado ha puesto el carro delante de los bueyes y se ha desdicho de su propia doctrina de identidad de fines, rompiendo el consenso político y dejando además una grave quiebra en la cúpula del poder judicial.
OTRO lance de gloria para el legado de Zapatero: los herederos de Batasuna no sólo han vuelto a los ayuntamientos sino que desde ayer gobiernan en el de San Sebastián y en media Guipúzcoa. Veinticinco años después, los continuadores de ETA están en mejores posiciones políticas que en 1987, sin haber condenado los crímenes, sin pedir perdón y sin que se haya disuelto la banda. En los ordenadores de las instituciones a las que acaban de acceder tienen acceso a los datos personales, censales y fiscales de los ciudadanos y las empresas del País Vasco. Y quizá pronto, si el Constitucional legaliza Sortu en coherencia con su propia doctrina reciente, volverán a sentarse en el Congreso de los Diputados. El constitucionalismo ha retrocedido y el Partido Socialista de Euskadi se ha pegado un severo batacazo. Ya está consumado el comienzo del nuevo orden, que consiste en volver al viejo. El presidente puede estar satisfecho: de triunfo en triunfo hasta el fracaso final.
Quizá por casualidad siniestra, la llegada de los postbatasunosal poder local coincide con el trigésimo aniversario de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, a cuya celebración el Gobierno ha enviado a un delegado de tercer nivel. Las vestales de la dignidad, que durante tres décadas han sostenido la energía moral de la democracia frente al terror sin un solo gesto de rencor ni un soplo de venganza, han recibido como regalo de efemérides una bofetada. Un gigantesco paso atrás en la resistencia del Estado, que ha abierto sus muros en canal para que los legatarios de ETA penetren sin obstáculos hasta la tierra que hasta ahora nadie les había prometido. A partir de hoy, las víctimas tendrán que tratar de ilustrísimos señores a los albaceas de sus verdugos.
Incluso en la muy optimista y poco probable hipótesis de que la legalización de Bildu y su consiguiente acceso franco a municipios y diputaciones constituya un avance en el proceso de aislamiento y deslegitimación de ETA, el presunto beneficio pragmático de esta operación incumpliría una premisa esencial de la lucha antiterrorista: el de no permitir contrapartidas políticas a cambio del cese de la violencia. El Estado ha puesto el carro delante de los bueyes y se ha desdicho de su propia doctrina de identidad de fines, rompiendo el consenso político y dejando además una grave quiebra en la cúpula del poder judicial. La policía ha sido burlada, las víctimas ofendidas y los partidos constitucionalistas vascos se han quedado colgando de la brocha con la que trataban de pintar un horizonte de esperanza. La estrategia del zapaterismo les ha retirado la escalera, derribando de paso a quienes, como el exalcalde donostiarra Elorza, aplaudían el statu quoque les ha dejado a la intemperie.
Ayer fue un mal día para la democracia. Siempre lo es el momento en que la libertad permite que se aprovechen de ella sus enemigos.
Ignacio Camacho, ABC, 12/6/2011