- Hay cosas que nunca se oirán en una Gala de los Goya. Imagínate por un momento que alguien sube a la palestra y declama: «¡No a gobernar España con quienes quieren romperla!
No tengo problema en que cada cual, donde considere apropiado y con las debidas formas, o sea, sin hacer el ridículo, reivindique lo que considere justo, enarbole la bandera que le plazca y realice el llamamiento político que guste, siempre, claro, que no se legitime o exalte a tiranías, dictaduras o personajes execrables. Obviamente, hay lugares más apropiados que otros para convertirse en lugar de reivindicaciones políticas, pero es cada cual quien debe medir sus fuerzas y demostrar su inteligencia, para que su propósito no se vuelva contra sí mismo o le rente suficiente. No es lo mismo, por ejemplo, defender los derechos de los homosexuales desde una tribuna occidental que hacerlo en la Plaza Vieja de La Habana, la Plaza Roja de Moscú o en cualquier plaza de Teherán, donde se les persigue, se les encarcela o se les asesina… Es más eficaz hacerlo allí donde se vulneran los derechos, pero supongo que todo suma.
La Gala de los Goya (y en general los lugares de ese tipo donde se reúnen artistas y personalidades del cine y de la cultura para entregar premios o recibirlos) es lugar habitual donde, año tras año y según quién gobierne, se escuchan quejas y lamentos y se verbalizan e incluso se gritan reivindicaciones de causas justas, además de las habituales críticas a los gobiernos a los que uno se opone.
A veces comparto algunas de sus reivindicaciones, como cuando se han manifestado por el derecho de autodeterminación del Pueblo Saharaui, grito que esta vez ha caído en el olvido, justo en el año en el que el PSOE ha corregido su postura histórica y decidido apoyar al régimen marroquí contra los saharauis, o sea, justo cuando más hacía falta escucharlo. Este año los temas han cambiado e incluso se han unificado. Manifestarse en defensa de la sanidad pública me parece no solo legítimo sino necesario; al menos en Euskadi, que es donde resido, la sanidad pública ya no es lo que fue, y en los últimos tiempos se ha visto claramente desmejorada. Pero solo se fijan en Madrid, son unos centralistas…
Manifestarse contra la guerra de Irak y sus responsables políticos es una cosa; hacerlo contra la invasión criminal de Ucrania por parte de Putin es otra diferente
Algunas reivindicaciones son más habituales que otras, para qué vamos a engañarnos. Contra ETA, sin ir más lejos, las voces fueron en voz baja y contadas, y casi nunca en Euskadi, con honrosas excepciones que no olvidamos. Al parecer, el Festival de Cine de San Sebastián no era el lugar apropiado para ello. Supongo que será el carácter de cada cual, el miedo adolescente a no formar parte de la tribu o, simplemente, que uno no sabe del tema o no se le ha ocurrido. Al fin y al cabo, el mundo del cine y de la cultura no tiene por qué estar informado de cada cosa que pasa en el mundo, y bastante tiene con subir la persiana cada mañana. Manifestarse contra la guerra de Irak o la catástrofe del Prestige y sus responsables políticos es una cosa; hacerlo contra la invasión criminal de Ucrania por parte de Putin y criticar a quien no quiere ayudar a los agredidos… es otra diferente. Al parecer, la palabra Ucrania no se escuchó una sola vez en toda la ceremonia.
Mitra Farahani y Juan Antonio Bayona sí estuvieron a la altura y fueron sensibles a lo que pasa en otras latitudes. Mostraron su público apoyo a las mujeres y hombres iraníes «que están sufriendo la represión, el silencio e incluso la muerte», y recordaron que «el día en que los fascistas se vayan como cucarachas estaremos salvados». Nada como llamar a las cosas por su nombre.
Quizás no querían meterse en cuestiones domésticas excesivamente incómodas. O eran temas sobre los que no tenían opinión política. O nunca habían oído hablar de ellos…
Sin embargo, por las causas que sean, hay cosas que nunca se oirán en una Gala de los Goya. Imagínate por un momento que alguien sube a la palestra y declama: «¡No a gobernar España con quienes quieren romperla!, ¡no a los indultos a políticos ni a golpistas ni a políticos golpistas!, ¡no más cesiones a los nacionalistas!, ¡no a rebajar penas a los corruptos y malversadores!, ¡no a desproteger a las mujeres rebajando penas o liberando a delincuentes sexuales…!». O lo más de lo más: «¡No a los derechos históricos y los privilegios forales!». Quizás no querían meterse en cuestiones domésticas excesivamente incómodas. O eran temas sobre los que no tenían opinión política. O nunca habían oído hablar de ellos…