ÓSCAR MONSALVO-El Mundo
A raíz de un disparo contra la pared de un caserío con un cartel en favor del acercamiento de los presos de ETA, el autor reflexiona sobre el cinismo de la izquierda ‘abertzale’ y el historial de terror en el País Vasco.
EL DOMINGO alguien disparó contra un caserío de Amurrio. En la pared que recibió el impacto había una bandera de las que piden la vuelta de los presos de ETA. La familia que vive en ese caserío es conocida por su militancia en la izquierda abertzale. La bala entró por una ventana. En ese momento, varias personas estaban en casa. La bala se alojó en una pared. Que se hubiera alojado en el cráneo de uno de los miembros de la familia era otra posibilidad. Afortunadamente, no ocurrió.
Dudo mucho que haya alguien que justifique el hecho. En las últimas décadas no ha habido más que un puñado de actos similares, y ninguno de ellos ha contado con el apoyo de los vecinos de las víctimas o de los líderes políticos.
Arkaitz Rodríguez, líder del partido Sortu, pedía que imaginásemos qué habría pasado si «hubiera ocurrido al revés». Es decir, si alguien de la izquierda abertzale hubiera realizado un disparo por motivaciones políticas. Creo que sería aún mejor que recordásemos. Para empezar, que una parte de la izquierda abertzale se dedicó durante las últimas décadas a realizar disparos por motivaciones políticas. No contra los muros de los caseríos, sino contra las cabezas de policías, guardias civiles, periodistas, concejales y, en general, personas que compartían una sola característica: haber sido designados como enemigos del pueblo por las distintas ramas de la izquierda abertzale. También adosaron bombas, secuestraron y amenazaron a cuantos consideraron oportuno. No fueron casos aislados ni actos cometidos por descontrolados. Fue sencillamente la actividad que la izquierda abertzale llevó a cabo con más empeño. Y eso tuvo sus efectos.
Pero volvamos a Arkaitz Rodríguez, líder de Sortu. Pedía que imaginásemos qué habría pasado si hubiera ocurrido al revés. Y en realidad no hace falta imaginar. Es más sencillo y más fiable tirar de hemeroteca, porque la imaginación, en fin, sirve para lo que sirve. Lo del domingo en Amurrio ocurrió al revés con bastante frecuencia durante las últimas décadas. Con resultados mucho más graves que una bala alojada en una pared, pero también con resultados muy parecidos a una bala alojada en una pared. Un ejemplo cercano: en Galdácano, en marzo de 2000, varias personas dejaron una carta en los buzones de un portal. La carta invitaba a los vecinos a expulsar del vecindario a Ricardo Gutiérrez, concejal del PP, porque estaba «condenado a ser expulsado de Euskal Herria». En la carta se advertía a los vecinos de que ellos eran «agentes externos al conflicto de Euskal Herria y no quisiéramos que sufriesen ningún daño». Uno de los autores de la carta fue detenido y condenado. Su nombre es Jon Crespo, y en el juicio declaró que contaba para todas sus acciones con el apoyo directo de Batasuna.
Batasuna es uno de los nombres que ha tenido la rama política de la izquierda abertzale, como hoy lo es Sortu, el partido cuyo líder es Arkaitz Rodríguez, que pedía que imaginásemos. Es más sencillo. Recordemos, si es que lo sabemos, que la carta fue escrita en una lonja propiedad de Batasuna e imprimida en otro local que el partido tenía en el pueblo, según confesó uno de sus autores. Es posible que Arkaitz Rodríguez no recuerde este caso. Es posible incluso que no lo conozca. Es difícil llevar la cuenta, recordar cada caso concreto. Tal vez por eso pide que imaginemos, no que recordemos.
Recordemos alguna cosa más. Por ejemplo, la presencia de Arkaitz Rodríguez en el homenaje que se celebró también en Galdácano al preso de ETA Kepa del Hoyo, fallecido en prisión. Fue condenado en 1999 por el asesinato de Daniel Villar, policía nacional. Un año después, Del Hoyo fue condenado por proporcionar información para otro asesinato, el de Modesto Rico Pasarín. También era policía nacional.
Arkaitz Rodríguez pedía que elaborásemos un relato mental. ¿Se imagina alguien que hubiera ocurrido al revés? ¿Si alguien de esa familia hubiera disparado contra el domicilio de ese ex policía español, presunto autor del tiro?
Pero los hechos no requieren imaginación. Se pueden recordar. Es un hecho que alguien disparó el domingo contra un caserío en Amurrio, y que la bala se alojó en una pared del caserío. También es un hecho que Kepa del Hoyo participó en el asesinato en 1997 de un policía español, y que el cuerpo de ese policía español, Modesto Rico Pasarín, salió despedido y destrozado de su coche y se alojó en la pared de un colegio de Santutxu. O que esa misma persona, Kepa del Hoyo, asesinó en 1997 a otro policía nacional en Basauri, David Villar, y que el Ayuntamiento de Basauri condenó el asesinato en un pleno al que no acudieron los tres concejales de Herri Batasuna, otro de los nombres del partido que hoy lidera Arkaitz Rodríguez.
Su partido, Sortu, convocó en julio de 2018 un acto en un bosque de Galdácano para homenajear de nuevo a la persona que participó en el asesinato de dos policías. En una entrevista de 2018 en erria.eus, el mismo Arkaitz Rodríguez pedía que todos «los presos» volvieran a casa, porque eso es lo que ocurre cuando «termina la guerra o, mejor, la vertiente militar del conflicto político». En una entrevista en Radio Euskadi, el mismo Rodríguez se refería a algo que sucedió en Andoain en febrero de 2018. Lo que sucedió fue que Iñaki Igerategi e Ignacio Otaño fueron recibidos y homenajeados por unas doscientas personas en el pueblo. Igerategi y Otaño acababan de salir de la cárcel. Eran miembros de ETA, y habían proporcionado información para que Joseba Pagazaurtundua, policía local de Andoain y miembro de la agrupación socialista del pueblo, fuera asesinado. Mucho antes había empezado a sufrir las amenazas y el acoso de la izquierda abertzale. Y ésta, cerrando el círculo, convocó un homenaje en Andoain para las dos personas que facilitaron su asesinato.
Arkaitz Rodríguez condenó, esta vez sí, lo sucedido. En concreto, condenó que varios militantes del Partido Popular hubieran acudido con fotos de Pagazaurtundua al homenaje a dos de los miembros de ETA que participaron en su asesinato.
Arkaitz Rodríguez pedía que imaginásemos qué hubiera ocurrido si alguien de la izquierda abertzale hubiera disparado contra un policía español. No hace falta. Es más fácil recordar qué ocurría cuando miembros de la izquierda abertzale disparaban contra policías, jueces, concejales y cualquier persona que fuera considerada un obstáculo. Lo que ocurría es que miembros de la izquierda abertzale, desde otras ramas, apoyaban, justificaban o, en el mejor de los casos, callaban ante los asesinatos que cometía ETA.
Eso es lo que ocurría. Imaginemos ahora qué sería de un partido como Sortu si tuviéramos la costumbre de recordarlo.
Óscar Monsalvo es profesor y escritor.