Fernando Ónega, LA VOZ DE GALICIA, 15/12/11
D ice Rosa Díez, evocando la Biblia, que los malos son más listos que los buenos. Y además, tienen más astucia para maquinar la maldad. Y encima, tienen más suerte. Nos estamos refiriendo a esa fuerza política llamada Amaiur que, con 333.628 votos, se alzó con siete diputados. Su maldad la condujo a proyectar un fraude de ley (dejar fuera a su diputado por Navarra) para conseguir formar grupo parlamentario propio. Y su fortuna hace que esté ocupando más espacio en medios informativos que el partido que nos va a gobernar durante los próximos cuatro años. Espero que cuando Rajoy revele sus intenciones el lunes dejemos de ocuparnos de las jugadas de una coalición en la que figuran antiguos partidarios y defensores del terrorismo. Espero. De lo contrario, es que sufrimos alguna enfermedad como país.
El caso es que esa coalición ha planteado ahora un problema singular: para formar grupo propio en el Congreso necesitaría un 15 % de los votos en las circunscripciones por las que se ha presentado, que son las tres vascas y Navarra. En el País Vasco le sobra: obtuvo una media del 24,3 %; pero en Navarra le faltan 12 décimas para el mínimo. La decisión final depende de la Mesa del Congreso, que puede mostrarse generosa, hallar la media global y permitir el grupo, o puede ponerse estricta y negarse en redondo. En este último caso, perjudicaría a UPyD de Rosa Díez, porque no se puede ser estricto con unos y hacer la vista gorda con otros. Y viceversa.
¿Y qué le conviene al país? Al país le conviene, sobre todo, echarle valor y hacer la reforma electoral que corrija la injusticia de que Rosa Díez, que cuadruplica los votos de Amaiur, tenga dos diputados menos y se encuentre ante el mismo problema de grupo. Como eso parece más imposible que terminar el AVE a Galicia, al país le convienen otras reflexiones. La primera: tiene razón el rey cuando comenta a sus visitas que un grupo mixto con 23 diputados sería poco operativo. Uno de los perdedores sería Galicia, porque los diputados del BNG, los únicos que llevan temas gallegos a la Cámara, quedarían tan diluidos que serían invisibles.
Y la segunda: acceder a los deseos de Amaiur sería hacerles el favor de su vida. Por mí, como si les ponen un piso; pero grupo propio significa dinero. Y poder. Y capacidad de incordiar cada miércoles con sus presos y su autodeterminación. Mi pregunta es: ¿a cambio de qué? Un favor se le hace a un amigo. Una ayuda se le presta al necesitado. Y una generosidad se tiene con quien acepta las reglas del juego. ¿Reúne esas condiciones la coalición Amaiur? Yo no las veo. Si apelan al «imperativo legal» para acatar la Constitución, que apliquen ese imperativo a todo lo demás. Ese sería mi trato.
Fernando Ónega, LA VOZ DE GALICIA, 15/12/11