Juan Carlos Girauta-El Debate
  • Sus actos son irreversibles. Hay que ser de piedra, o flotar en rencor, para establecer que trece años lo borran todo. No, no borran nada. La Justicia básicamente evita la venganza privada. ¿Lo entiende usted? O Justicia o venganza

Ha sido la senadora Carla Antonelli, nombre artístico y político, la que se ha sentido más despejada para exponer el pringoso argumento. Un argumento que —no hay que ser un lince para verlo— desautoriza la memoria histórica de su ex partido, de su partido y del Gobierno de ambos: «ETA dejó de asesinar hace 13 años, pero ustedes cada vez que pueden la resucitan». A quien no se puede resucitar es a las víctimas mortales, así que usar precisamente ese verbo en la siniestra figura es tan desafortunado que algo inconsciente debe revelar. ¿Una inversión de la culpa? Sería muy típico de la lógica izquierdista, del «algo habrán hecho», aunque esa cloaca discurra por el inconsciente. En realidad, es tal discurrir el que confirma la interiorización de la barbarie, la asunción a sorbitos, pero ya apuradas hasta las heces, de las tesis etarras. Acaso debiera recordar que el proyecto etarra no era «asesinemos sin más», aunque lo hicieran. El proyecto etarra era de cariz político, ETA era una organización nacionalista y comunista. Y lo sigue siendo con otro nombre.

Ahora bien, si de lo que se trata es de entrar en el terreno moral, creo que deberíamos seguir a Antonelli y tratar de comprenderla, pues lo que insinúa pertenece a dicho terreno, aunque parezca paradójico e incluso sulfúrico. Lo que de hecho nos dice la arrojada senadora es que si un grupo de personas ha asesinado, mutilado, torturado, secuestrado, aterrorizado y extorsionado por una razón política, y ese grupo de personas deja de hacer tales cosas, el transcurso de trece años es más que suficiente para olvidarse del asunto. Quisiera saber dónde coloca doña Carla el momento en que penar los crímenes de ETA pasó a ser inadecuado, cuántos años exactamente, o si son años y meses, si hay un número de días. Como fuere, a los trece años la cosa, para Carla Antonelli, clama al cielo: presos a la calle, se acabó hablar del tema y «exhibir a las víctimas» (esas palabras usó). Aquí paz y después gloria.

Es preciso, subrayo, que la razón de asesinar, mutilar, torturar, secuestrar, aterrorizar y extorsionar sea política. No imagino a la senadora aplicando su regla del olvido a una organización de pederastas. Aunque con la izquierda nunca se sabe. Dios puede perdonar. Los que no hemos sido víctimas, no. Las víctimas harán lo que les dicte su conciencia. El Estado no emite normas morales, y cuando el Gobierno «perdona» o favorece a terroristas nacionalistas y comunistas lo hace por su segunda y tercera condición. No existen exasesinos. Sus actos son irreversibles. Hay que ser de piedra, o flotar en rencor, para establecer que trece años lo borran todo. No, no borran nada. La Justicia básicamente evita la venganza privada. ¿Lo entiende usted? O Justicia o venganza; deberían leer a René Girard. Siempre ha sido así, y así siempre será. En fin, supongo que entre organizaciones criminales se entienden. El 1, sabido es, tiene la conciencia de un tapón de corcho. Pero.