José Antonio Zarzalejos, EL CONFIDENCIAL, 4/4/12
Las Diputaciones Forales vascas y sus respectivas Juntas Generales tienen un amplio margen -de ahí que se hable de «haciendas soberanas»- en materia fiscal. En los tres territorios vascos y en Navarra, no se aplican las normas fiscales del Estado. Se transponen en normas forales, a menudo idénticas, y se dictan por las Juntas Generales de cada territorio foral. Esa facultad implica la posibilidad de, manteniendo un muy abstracto principio de igualdad, crear nuevos impuestos y modificar el sistema tributario general. Lo sustancial es que la presión fiscal de Euskadi se sitúe en la media de la española. En ocasiones, las haciendas vascas se han pasado de frenada, como ejemplo con las «vacaciones fiscales» a empresas, lo cual deslocalizaba inversiones de comunidades fronterizas (Castilla y León, Rioja o Cantabria) y constituía ayudas de Estado no permitidas por la UE. Pero, otras veces, las Diputaciones, es decir, las haciendas vascas, han recurrido a recaudación mediante instrumentos opacos, como los llamados pagarés forales.
El Concierto Económico entrega a las Diputaciones un poder fiscal omnímodo en las figuras impositivas, en la gestión y en la recaudación de los impuestos. Hay límites pero son tan imprecisos y fluctuantes, que en realidad, Álava, Vizcaya y Guipúzcoa son tres haciendas soberanas. Como Navarra. Como la del Estado. De tal manera que España tiene cuatro haciendas. De ahí que los catalanes quieran un «pacto fiscal» -en realidad, un concierto- y que miren al País Vasco y Navarra como referencias de que lo que ellos piden es posible. Efectivamente, aunque con una habilitación muy específica, el Concierto Económico es posible. Y es en función de esa práctica soberanía en la se basan los territorios forales -en realidad el PNV, PSE y Bildu- su negativa a aplicar allí la amnistía fiscal prevista por el Gobierno para aflorar 25.000 millones de euros «negros» y recaudar unos 2.500. Ya he escrito aquí que esa amnistía no me gusta y que hay que tragársela por las especiales circunstancias que concurren. También es verdad que otros gobiernos -de aquí, socialistas; de fuera, de todos los colores- las promulgaron.
Lo que resulta insoportablemente cínico, hipócrita e inaceptable es que el diputado general de Vizcaya,José Luis Bilbao, se ponga éticamente estupendo cuando las Diputaciones vascas han emitido pagarés forales opacos para captar dinero negro -y este servidor de ustedes, a la sazón letrado de la Diputación Foral de Vizcaya cuando se pusieron en marcha esos instrumentos recaudatorios, se conoce el tema al dedillo-, y la inspección foral se ha venido llamando a andanas décadas respecto de contribuyentes y empresas que pagaban en el llamado «impuesto revolucionario». Este servidor de ustedes, conoce también este tema demasiado bien como para pedirle a los éticamente estupendos nacionalistas y socialistas vascos, que abominan de la amnistía fiscal de Rajoy, que tengan una miaja más de decencia política y callen. Porque si alguna comunidad de España no puede hablar con autoridad moral en relación con la corrección fiscal es el País Vasco. Ante las narices de las haciendas forales, muchas veces con su disimulado consentimiento y otras haciéndose de nuevas, se han consentido los chantajes de ETA y se ha recaudado con opacidady, en tantas ocasiones, con un pactismo con el contribuyente de mesa camilla. Así que, apliquen o no la amnistía las Diputaciones vascas, pero que no añadan cinismo e hipocresía a un discurso impostadamente moralista. Porque, a los que conocemos la cocina fiscal de allí, nos produce malestar de estomago. Desde mi querida tierra, y por sus dirigentes nacionalistas, lecciones éticas, ni una. Pero ni una sola.
José Antonio Zarzalejos, EL CONFIDENCIAL, 4/4/12