EL CORREO 18/06/13
FLORENCIO DOMÍNGUEZ
Cada vez que el mundo de ETA o su entorno organizan algún tipo de acto aparece alguien en los días previos que se dedica a lo que en términos bursátiles se llama calentar el valor. Es decir, generar unas expectativas desmesuradas para que suba el precio. Con el acto de los huidos organizado el pasado sábado en Biarritz ocurrió lo mismo. Se generaron las expectativas de costumbre que a la hora de la verdad no se tradujeron en nada.
La única novedad del discurso realizado por los huidos es que ahora quieren recibir pensiones. El sábado pidieron a los poderes públicos medidas «para garantizar nuestros derechos básicos y una vida digna» y también «medidas para garantizar la dignidad de los exiliados en situación de exclusión». O sea, pensiones no contributivas, la renta de inserción o un estanco. También reclamaron el cierre de sumarios para que la vuelta a casa se haga sin rendir cuentas ante la Justicia. Es una forma de reclamar impunidad. Nada nuevo en este punto.
Los orígenes del exilio de los vascos se remontan nada menos que a los tiempos de la batalla de Roncesvalles, en el siglo VIII, según la documentación distribuida por los organizadores del acto de Biarritz en un ejercicio de victimismo inmemorial. Durante las dos horas que duró el espectáculo se emitieron, entre otros vídeos, imágenes de recuerdo de los atentados de los GAL. Es normal si querían terminar la actuación antes de la comida. Si hubieran emitido vídeos de los atentados de ETA todavía estarían allí.
El colectivo que agrupa a los huidos proclama ahora que la vuelta a casa es una prioridad. Una gran mayoría de ellos podría haber vuelto hace muchos años si no hubieran aceptado en silencio las imposiciones de ETA que se lo prohibía. En 1999, el Gobierno de José María Aznar realizó un análisis de la situación de los huidos vinculados con la banda terrorista y llegó a la conclusión de que 304 de ellos no tenían ninguna causa judicial y podían regresar tranquilamente. El 29 de mayo de aquel año cinco portavoces del «colectivo de refugiados» se pronunciaron en contra de la oferta del Gobierno. Tres de aquellos portavoces, Jon Irazola, Xabier Arin y Francisco Xabier Miguel Ezkerra, acaban de ser elegidos miembros de la delegación de los huidos. Los mismos que en 1999 cerraron las puertas del regreso a tres centenares de fugitivos sin causa consideran ahora que la vuelta es una urgencia. Todos aquellos que les hicieron caso entonces deben agradecerles haber permanecido 14 años más lejos de casa.
El espectáculo representado el sábado en Biarritz, además, tiene trampa. Una parte considerable de los que se subieron al escenario para escenificar su condición de víctimas ha pasado ya por las oficinas consulares españolas para solicitar el pasaporte. Decenas de huidos lo han obtenido sin problemas y pueden volver cuando quieran. El sábado mismo, de haberlo querido, podrían haber cruzado la frontera.