Iñaki Ezkerra, ABC, 11/5/12
El socialismo vasco dejó de ser constitucionalista cuando defenestró a Redondo. Desde entonces es otra cosa
SE acabó el pacto de Basagoiti con López. Se ha acabado cuando se tenía que acabar. Y que se haya acabado no quiere decir que no haya sido útil ni necesario, patéticamente necesario. Uno de sus grandes logros fue sacar a los nacionalistas no sólo de Lakua y Ajuria Enea sino de la escena nacional. Gracias a ese pacto hemos pasado tres años sin el PNV. Tres años sin aquellos destemplados órdagos diarios y aquellas eternas amenazas con romper algo: la caja única de la Seguridad Social, el Estatuto, la paz social… Se les han olvidado a algunos las bravatas de Arzalluz, de Egibar, de Ibarretxe. Se les ha olvidado que aquel milagroso acuerdo llegó cuando venía el Lehendakari de Lizarra y del Estado Libre Asociado con un referéndum bajo el brazo. Se les ha olvidado cómo era la Euskadi anterior a las autonómicas del 1 de marzo de 2009; cómo había subido la temperatura en la calle; cómo nos miraban e insultaban los nacionalistas a los que nos habíamos distinguido por no serlo y decirlo en voz alta. Se les ha olvidado, sobre todo, a los que no estaban allí y opinaban desde la barrera. Pero ese mismo olvido que hoy se permiten es la clamorosa prueba de la utilidad que ha tenido aquel acuerdo, y de que ha merecido la pena. Los que nunca creyeron en él, y conspiraron contra él desde ante de que naciera, juegan ahora al tedioso «ya lo decía yo»; como si no nos hubiéramos dado cuenta de quién era Patxi López, y de que ese acuerdo estaba cogido con los únicos alfileres de la generosidad popular; como si ese hecho no fuera el que le daba un valor excepcional, en vez de quitárselo.
No. No es verdad que ése haya sido alguna vez un Gobierno constitucionalista. El socialismo vasco dejó de ser constitucionalista cuando defenestró a Redondo. Desde entonces es otra cosa. Lo que trajo López, y lo que representa, es el tacticismo barato, ramplón, gris, iletrado, torpe y sin poesía. Es un rubalcabismo de tercera regional. Y el mérito de Basagoiti ha consistido en hacer constitucionalismo y libertad con ese material tan cutre, miserable e ingrato; en haberse sacado de la nada tres años de convivencia. Se ha acabado ese pacto, pero el verdadero milagro son ellos: los responsables de esa hazaña inédita en la política española, esa joven generación del PP vasco que ha hecho lo que no supieron hacer sus mayores en tres décadas de democracia. Y ellos no se van con ese Gobierno en el que no han estado. Héroes de la valentía, pero también del temple, la paciencia, el idealismo y el realismo, la moderación y la sensatez, ahora tienen un congreso para afrontar el desafío de las próximas autonómicas, de ese enésimo Lizarrra que es Amaiur. Y una vez más darán solos la talla. Y una vez más, hecho el trabajo, elogiarán educadamente a quienes les daban lecciones de lejos y se lo dificultaban.
Iñaki Ezkerra, ABC, 11/5/12