- Increíble pero cierto: un condenado por corrupción pide el indulto aduciendo su militancia socialista
Francisco Gutiérrez Orúe protagonizó lo que en su día se denominó como “El caso de la cuñada”. Se conoce que el hombre enchufó en una concesionaria del Ayuntamiento de Vigo a doña Vanesa Falque, a la sazón cuñada de la presidenta del PSOE gallego y de la Diputación de Pontevedra, Carmela Silvela. Total, que lo pillaron, lo juzgaron y el resultado fueron cinco años y tres meses de cárcel. La verdad es que, con Jordi Pujol paseándose tan ricamente por la calle la sentencia puede parecer algo esagerá.
Que hay etarras acercándose cada vez más a la casilla de salida, golpistas indultados a los que les falta acera para caminar o tarjetas de móvil, sobres con balas y sedes destrozadas supuestamente por fachas de los que nunca se ha sabido nada más. Al lado de esto, enchufar a un pariente, conocido, amigo, saludado o flaneur simpático es incluso una obra de caridad.
Pero a lo que vamos. Don Francisco ha solicitado el indulto y está en su derecho. En el escrito destaca, como es lógico, sus virtudes. Que si no se lucró con ese delito, que reparó el daño pagando una indemnización, que si lleva trabajando desde los diecinueve años – servidor desde los catorce y ya me ve -, que siempre ha sido persona honrada, que se sacó del título de graduado social teniendo que compatibilizar los estudios con su trabajo y, lo más importante, que se siente tremendamente arrepentido. Lo singular es que junto a todo lo expuesto aduce pertenecer a la UGT desde marzo de 1982 y ser militante del PSOE desde noviembre del mismo año. Como prueba, don Francisco adjunta ambos carnés que, no lo dudamos, estarán al corriente de pago.
Lo singular es que junto a todo lo expuesto aduce pertenecer a la UGT desde marzo de 1982 y ser militante del PSOE desde noviembre del mismo año
Vamos a ver, que alguien considere que por pertenecer a determinada organización se le debe mirar de manera más benévola es algo que no se le ocurre ni a que asó la manteca. O sí, porque resulta que quien demanda el indulto fue básico para que el escándalo se quedara ahí y no se pudiera meter en el mismo saco a ningún político. Don Francisco calló como una puerta recién pintada de rojo en el juicio y gracias a su mutismo salvaron cuellos y poltronas, entre otros, la propia señora Silvela. Los socialistas gallegos dicen que la cosa no va con ellos porque no hay ningún dirigente político metido en el caso. Hay que tener cuajo. A uno todo esto le parece el típico asunto en el que la cuerda se rompe por lo más débil.
Se conoce que el aspirante a ser indultado pagaba facturas por un importe menor a los 18.000 euros, el truco del almendruco para esquivar cualquier control, hasta un total de 108.147 a una empresa concesionaria, Imesapi, del Concello de Vigo. De ahí se le pagaba el estipendio mensual a la cuñada por labores ignotas y desconocidas. Total, que el buen socialista colocó a la parienta de la jefa del partido en su tierra y ahora sus conmilitones le dan la espalda. De ahí la inclusión de su militancia que, traducida, significa “No me toquéis los pelendengues, que si me pongo a cantar dejo pequeñas a María Dolores Pradera, Juanita Reina y Montserrat Caballé juntas”.
A ver, Pedrete, yo que tú lo indultaría. A ti estas cosas no te cuestan nada – a los hechos me remito -, agradeces los servicios prestados a un compañero y, ya de paso, te evitas un quilombo en Galicia. Cien años de honradez, decían. Menos mal. Igual es que caducaron hace mucho tiempo.