Inflación energética

El precio del petróleo alcanza un nuevo máximo desde 2008. Ayer llegó a superar los 130 dólares el barril. Peor todavía, el gas europeo se ubicó en su máximo histórico: en algunos momentos de la jornada, su precio equivalía a más de 600 dólares por barril de petróleo. ¿Por qué razón se ha experimentado este estallido de precios? Pues esencialmente porque se teme que EE UU y la UE impondrán un embargo sobre la producción energética de Rusia: el segundo productor de petróleo del mundo y el principal proveedor de gas europeo. De momento, Alemania ha enfriado las expectativas, pero tengamos presente que la guerra, aun cuando termine pronto, dejará secuelas a medio-largo plazo sobre la oferta global de combustibles fósiles. Por ejemplo, toda la desinversión occidental que ya ha tenido lugar en las principales infraestructuras petroleras del país provocará que el suministro de crudo ruso no crezca al mismo nivel que se esperaba antes de la invasión; asimismo, Rusia ya está tratando de reducir su dependencia respecto a Europa mediante la construcción de un nuevo gasoducto con China (al igual, por cierto, que Europa previsiblemente tratará de construir nuevos gasoductos ajenos que reduzcan su dependencia del gas ruso). Vamos encaminados, pues, a precios de la energía más altos que aquellos a los que estábamos acostumbrados, lo cual va a ensombrecer tanto nuestro panorama de crecimiento como de inflación. Verbigracia, en su último cuadro macroeconómico, el Gobierno anticipaba que el precio del petróleo promedio en 2022 sería de 60 dólares: en la actualidad, como decimos, supera los 120 dólares, más del doble. La propia ministra de Economía, Nadia Calviño, señala que el escenario económico de nuestro país ha cambiado radicalmente tras la invasión de Ucrania: sufriremos mucha más inflación y creceremos menos de lo previsto. Sin embargo, mucho me temo que no se están descontando todos los riesgos posibles: con cifras récord de inflación, ¿cuánto tiempo tardará el Banco Central Europeo en subir los tipos de interés, máxime si entramos en una peligrosa espiral precios-salarios? ¿Está el Gobierno teniendo en cuenta los efectos de una posible convergencia de costes al alza y tipos de interés aumentando?