“¿Con qué cara se lo explicas a la gente?”, se queja amargamente un cargo orgánico del PP valenciano. Los escándalos de corrupción y la respuesta del partido están sembrando el desánimo en los viejos feudos populares, como Madrid o Valencia. Y, aunque el argumentario popular dicta el cierre de filas con Mariano Rajoy, crecen las voces que reclaman la regeneración del partido para desmarcarse de la corrupción y contener la hemorragia de votos que evidencian las tres últimas citas electorales: municipales, autonómicas y generales.
“No llueve sobre mojado, llueve sobre una inundación. La corrupción nos está matando”, admitía Esperanza Aguirre en la rueda de prensa en la que anunció su dimisión. Los escándalos se suceden y parecen compartir un mismo patrón: el de la financiación ilegal. Los barones y las bases empiezan a quejarse por la gestión de la crisis de ejemplaridad que les ha hecho perder decenas de miles de votos en las elecciones.
Comunidad Valenciana.
La situación en Valencia, con nueve de sus 10 concejales en el Ayuntamiento imputados y la exalcaldesa Rita Barberá evitando dar explicaciones públicas, ha generado “desánimo, bochorno y sonrojo en muchísimos militantes y cargos públicos”, admite la presidenta del PP valenciano, Isabel Bonig. Ella misma está salpicada por informaciones sobre la financiación de su campaña en 2011, pero pide que se tomen medidas. “Ahí fuera hay millones de personas que votaron al PP y necesitan que el partido actúe”.
Fuentes de la formación confirman que la desmoralización se extiende entre las bases y el malestar crece por la falta de medidas contra Barberá, refugiada en la diputación permanente del Senado. “¿Con qué cara se lo explicas a la gente?”, comenta un cargo orgánico. Bonig volvió a pedir ayer a Barberá que dé explicaciones sobre el presunto delito de blanqueo que la fiscalía atribuye al Grupo Popular en el Ayuntamiento. No se atrevió a pedir su dimisión, pero afirmó que ha llegado el momento en que dirigentes “históricos” den un paso atrás y sean relevados por “una nueva generación”. Personas “de ámbitos muy variopintos, que no necesitan la política para vivir” y lleguen a ella “para servir, no para servirse”.
Quién nombra y destituye a los tesoreros
La secretaría general del PP tiene la bala de plata, el poder final que permite destituir a los gerentes o tesoreros del partido de cualquier agrupación regional. Porque, aunque sea de manera delegada, es quien los nombra. La estructura del PP marca que los gerentes de las federaciones regionales son nombrados por el secretario de Organización nacional, en la actualidad Juan Carlos Vera, quien depende a su vez de la secretaria general, Dolores de Cospedal. Eso fue lo que permitió a esta destituir a Beltrán Gutiérrez Moliner, el exgerente del partido en Madrid ahora investigado dentro de la trama Púnica, aunque luego fue arropado como trabajador del PP regional por Esperanza Aguirre. El tesorero nacional del PP depende orgánicamente del presidente del partido (Mariano Rajoy), aunque funcionalmente, en el día a día, debería departir con la secretaria general. La práctica en el PP es que esta firme un acta notarial en la que otorga amplios poderes para el manejo de las cuentas y los fondos del partido al gerente/tesorero. Esta estructura se repite casi miméticamente en las estructuras regionales del partido, que no suelen tener tesoreros, sino gerentes que ejercen ambas funciones.
Madrid.
Con tres grandes tramas de corrupción abiertas (Gürtel, Púnica y el caso Bárcenas) el PP tiene en Madrid más de 70 imputados, la mitad que en la Comunidad Valenciana. El corruptómetro lo marca ahora Púnica, la red de mordidas a cambio de contratos públicos liderada presuntamente por Francisco Granados, secretario general del PP de Madrid entre 2004 y 2011. “El zorro cuidaba el gallinero”, resumen en el círculo de Cristina Cifuentes, que en sus ocho meses como presidenta madrileña ha marcado distancias con el aguirrismo. “Nos ha faltado humildad y nos ha sobrado corrupción”, aseguraba precisamente en un acto con Aguirre el pasado enero.
El enfado es generalizado en los altos cargos y cuadros medios del PP madrileño por “la falta de contundencia” para atajar los escándalos, especialmente cuando, según las distintas voces consultadas, esperan “más novedades” en la investigación de Púnica que implicarían a cargos relevantes del partido.
Galicia.
En la dirección del PP gallego dicen estar “perplejos” ante el “goteo demoledor” de casos de corrupción, pero ni esta situación “endemoniada” logra abrir la mínima fisura en el apoyo del equipo de Alberto Núñez Feijóo a Rajoy. “Todo apunta a que habrá nuevas elecciones y la persona que tiene la mejor información es la que puede tomar la decisión más oportuna”, esgrime un dirigente muy próximo al presidente de la Xunta, que insiste en desvincular los escándalos del PP de Madrid y Valencia con el resto del partido.
Fuera del entorno de Feijóo, sí cunde la exigencia de “cambios profundos, no solo estéticos” y que afecten a “los liderazgos”. Militantes y agrupaciones locales se sienten olvidados por un partido en el que los afiliados se enteran por la prensa de quienes serán sus candidatos electorales y donde no pueden ejercer ningún tipo de control sobre los dirigentes salpicados por la corrupción.
Cataluña. “El PP no está en crisis, pero está pasando un mal momento”, admite el coordinador general del PP catalán, Xavier García Albiol. Para el dirigente, los escándalos de corrupción en Madrid y Valencia “no son representativos de lo que es el PP”, y defiende que el partido ha hecho reformas desde el Gobierno para combatir la corrupción. Albiol cree que el partido saldrá de esta situación tras el congreso que celebrará el PP una vez se haya formado el nuevo Gobierno, “adaptando al partido a la nueva realidad”. Ello no pasa por cambiar los nombres, sostiene, sino por modificar las estructuras y “actuar con contundencia” contra los corruptos.
Andalucía. El presidente del PP andaluz, Juan Manuel Moreno, cree que la renovación es necesaria y debe liderarla Mariano Rajoy, pero no es el momento. Es “fresco” y “positivo” que un partido esté “inmerso siempre en un proceso de renovación, de ideas, proyectos y, lógicamente, de personas”, pero “el objetivo fundamental ahora tiene que estar en estabilizar al Gobierno de la nación” y no “enredarse en situaciones internas”, asegura.