Juan Carlos Viloria-El Correo
- La crisis de Sumar y los independentistas convierten a Sánchez en un ‘pato cojo’
Lo que Alberto Núñez Feijóo con su triunfo en las elecciones europeas no ha conseguido, es decir, mover la silla a Pedro Sánchez y obligarle a convocar nuevas elecciones generales, lo pueden acabar forzando Yolanda Díaz y los independentistas de Cataluña. El desmoronamiento del proyecto de unidad de las izquierdas bajo el signo de Sumar deja al Gobierno de coalición como un ‘pato cojo’ al albur de lo que los descontentos socios de Yolanda quieran proyectar para su supervivencia. Es cierto que fuera del poder hace mucho frío, pero en el caso de Sumar se ha acreditado que la oposición desgasta, pero el poder también, y es bastante probable que acaben obligando a Yolanda a dimitir del Ejecutivo o quedarse sola, sin nadie a quien representar en el Consejo de Ministros.
El sueño de Yolanda de convertirse en la primera presidenta de la democracia española (republicana y federal), aupada por todos los costaleros de la izquierda comunista, populista e independentista, se saldó al final con un combate de tronos por el poder desde el momento en que la popularidad de la líder gallega en las encuestas de simpatía no se reflejó en las urnas. Entre otras razones, porque cuando la dirigente comunista ‘soft’ tuvo que exponer su ideario, su proyecto, su política, para llenar su bonita imagen cuqui, ‘fashion’, ‘femi’ de contenido, de ideas, de programas, todo el montaje se vino abajo.
El discurso infantiloide de la señorita Pepis, basado en ideas simplistas de trabajar menos para vivir mejor, el miedo a Feijóo, los derechos de las minorías olvidando al conjunto de la sociedad y, sobre todo, el centralismo autoritario para construir su guardia de corps han terminado de cavar su tumba política. Su presencia en el Gobierno se hace insostenible. Es lo que ocurre cuando se acaba teniendo más ministros que eurodiputados. Aquel eslogan bajo el que nació el movimiento de la izquierda renovadora, ‘No nos representan’, se lo está aplicando la gente ahora que están en el poder. Si el tic-tac de la vicepresidenta ha empezado a sonar, el reloj de Puigdemont y ERC también se ha puesto en marcha.
El presidente está en un callejón sin salida. Si acepta el nuevo chantaje de Puigdemont y ordena a Illa apoyar la investidura del fugado, su gran caladero de votos del PSC se irá por el sumidero. Si se enroca en investir ‘president’ a Illa puede perder el soporte parlamentario de uno de los grupos catalanes, o de los dos, haciendo la legislatura más inviable de lo que es. El bloqueo en Cataluña y la inexorable convocatoria de nuevas elecciones podrán ser la oportunidad para que Sánchez se sume a ese tren y adelante las generales. Lo demás sería un ejercicio inútil de resistencia.