Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 11/2/12
El PNV ha dado un paso más en su prolongado desprecio hacia el lehendakari,Patxi López. Si hasta ahora muchos de sus dirigentes habían combinado duras críticas hacia su labor con el verbo ácido sobre su capacidad, ha tenido que ser un veterano parlamentario de este partido, Ricardo Gatzagaetxebarria, quien superara la listón y acusara de “ignorante” al presidente del Gobierno vasco desde la tribuna de la propia Cámara. La obligada cortesía parlamentaria es una asignatura que personas como el autor de tal improperio sigue sin aprobar. No estaría mal que su centenario partido, en el supuesto de que no compartiera esta descalificación, corrigiera el exabrupto porque la omisión podría precipitar un efecto mimético poco edificante entre la clase política.
Se trata, sin duda, del enésimo capítulo de la hostil confrontación entre los socialistas vascos y el PNV, que a partir de la pérdida del poder de Juan José Ibarretxe viene adquiriendo una especial virulencia. Los nacionalistas, ganadores de las últimas elecciones autonómicas en 2009, están persuadidos de que la unión PSE-PP les ha arrebatado el poder en contra de la opinión mayoritaria de la sociedad vasca y, desde entonces, no desaprovechan la oportunidad de recordarlo.
A este clima de permanente enfrentamiento ha contribuido en los últimos meses el nerviosismo de Diputaciones y Gobierno por la escalofriante caída de la recaudación que amenaza seriamente su estabilidad presupuestaria y que pulveriza las previsiones de control del déficit. Un escenario que el propio presidente del PNV, Iñigo Urkullu, identificó la pasada semana con la quiebra, un término equivocado sin duda para reflejar la coyuntura porque, de momento, el pasivo de la Administración vasca no supera a sus activos. Afortunadamente, a pesar de la equivocación no hubo insultos por el error.
A falta de un año para el final de la legislatura, el ambiente político en Euskadi, trufado de un evidente aire electoral, no presagia desgraciadamentela mínima unidad de acción para encarar los auténticos problemas que detecta la calle cada vez que se le pregunta: el paro y la incertidumbre económica. Por si fuera poco esta divergencia, el diálogo de sordos llega a tales extremos que el propio Parlamento vasco se acaba de dividir en dos bloques en su último pleno cuando se puso sobre la mesa cómo gestionar el final de ETA. En este caso, PNV y PSE tampoco se pusieron de acuerdo pero, al menos, Gatzagaetxebarria no insultó al enemigo.
Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 11/2/12