Editorial, EL CORREO, 6/2/12
El nombramiento de López en la ejecutiva socialista plantea más un problema de representación que de dedicación
La última jornada del 38º Congreso del PSOE permitió a los socialistas recuperar un grado de unidad que la confrontación previa entre dos candidatos había hecho peligrar. El respaldo del 80% de los delegados a la ejecutiva propuesta por el nuevo secretario general representa un notable avance en la integración. Los compromisarios que respaldaron a Chacón en ningún caso pueden esgrimir una representatividad específica después de clausurado el congreso. Pero su paulatina incorporación a la ya amplia mayoría que sustenta el gobierno del PSOE constituye una tarea ineludible para Rubalcaba. Porque la fortaleza de la que ayer hizo gala el secretario general socialista se resiente, dadas las circunstancias, con la mera contestación de un 20% del congreso celebrado en Sevilla. De esa fortaleza dependerá la utilidad del PSOE como contrapeso a la hora de delimitar el interés común de la ciudadanía. Pero para ello las tres actitudes entre las que según Rubalcaba oscilará la disposición de los socialistas -acordar, discrepar y confrontar- deberán guardar un equilibrio más proclive a la búsqueda de soluciones que a la denuncia de los problemas. Este es el desafío al que se enfrenta el PSOE si quiere recuperar la confianza de los millones de votantes que se la retiraron en mayo y noviembre de 2011. Porque lo que la sociedad y la democracia necesitan para sentirse plenas es una oposición comprometida con el «empleo, Europa y la equidad», que el secretario general del PSOE situó en el horizonte de su gestión. Los socialistas vascos, con Patxi López a la cabeza, han mostrado el peso moral y político con el que cuentan en el socialismo español. La apuesta firme por un candidato ennobleció su postura. Su aportación a la dirección surgida del 38º Congreso puede resultar esencial y contribuir, de paso, a la cohesión interna del PSE-EE y a su consideración pública. Aunque el nombramiento del lehendakari López como secretario de relaciones políticas del PSOE no plantea tanto un problema de dedicación como de representación, por lo que es de esperar que su responsabilidad partidaria en ningún caso afecte al papel que el presidente de los vascos ha de desempeñar en defensa de sus intereses.
Editorial, EL CORREO, 6/2/12