LIBERTAD DIGITAL 13/04/15
· Una decena han retornado pero solo cinco han sido detenidos. Una veintena de los yihadistas han muerto en combate o inmolados en Siria e Irak.
Un centenar de ciudadanos españoles, ya sean nacidos en territorio nacional o que han accedido a la nacionalidad, han partido en los últimos años hasta zonas de conflicto para integrarse en grupos terroristas de corte islamista como Estado Islámico, Al Qaeda y sus filiales, o el Movimiento por la Unidad de la Yihad en África Occidental (MUYAO), según los datos con los que cuenta los expertos en la lucha contra el yihadismo del Ministerio del Interior.
La ruta seguida por todos ellos ha sido más o menos parecida. Un avión desde una ciudad española o alguna de las ciudades principales de Marruecos (Casablanca, principalmente) hasta Estambul y, una vez en la capital turca, un autobús de línea hasta alguna de las ciudades del sur de la península de Anatolia, donde sus contactos en los grupos islamistas les han facilitado el paso de la frontera y la integración en Estado Islámico o Al Qaeda en Siria o Irak.
En los últimos meses, la presión policial internacional está haciendo que abandonen el aeropuerto de Estambul como puerta de entrada a Turquía y muchos yihadistas estén utilizando la frontera terrestre que el país euroasiático comparte con Bulgaria y donde el amplio trasiego de turistas hasta las playas de Mar Negro búlgaro les hacen pasar mucho más inadvertidos. Si el destino es Mali, la entrada se hace desde Marruecos o Libia.
De este centenar de yihadistas que han dado el paso de viajar hasta zonas de conflicto, las autoridades españolas tienen conocimiento de la muerte de una veintena o bien en combate o bien inmolados en atentados suicidas. Es el caso Rachid Wahbi, una taxista ceutí de 33 años que se hizo estallar al volante de un camión cargado de explosivos y que mató en ese atentado suicida a 130 militares fieles al presidente de Siria, Bashar Al Asad.
Mismo destino al de Wahbi se sabe que siguieron otros ceutíes como Mustafá Mohamed Layachi, de 30 años, y Mustafá Mohamed, de 24 años, aunque se desconoce el número de muertos que causaron sus ‘actos de martirio’. En combate falleció Redouan Bensbih, vecino de Bilbao, que vivía en España de la Renta de Garantía de Ingresos del Gobierno vasco y que siguió recibiendo el ingreso en su cuenta bancaria hasta varios meses después de su muerte.
Pero el problema no son los que ya han muerto, sino los que continúan todavía en zona de combate. Las Fuerzas de Seguridad tienen un listado de españoles enrolados actualmente tanto en Estado Islámico como en el Frente Al Nusra (la marca de Al Qaeda en Siria), aunque reconocen que es muy posible que haya más españoles en la zona que no tienen detectados y cuyo seguimiento hasta suelo español en caso de regresar es prácticamente imposible en las actuales circunstancias.
En Siria e Irak están recibiendo entrenamiento terrorista y adquiriendo experiencia en el manejo de armas y explosivos en uno de los conflictos bélicos más duros del planeta. Precisamente, la mayor preocupación para las Fuerzas de Seguridad es que estos yihadistas regresen a España, donde podrían utilizar su experiencia y formación para cometer atentados o bien en pequeños grupos de dos o tres terroristas o bien como lobos solitarios, algo que es muy difícil de detectar.
Los datos que maneja Interior cifran es una decena los yihadistas que han regresado tras combatir en las filas de Estado Islámico o el Frente Al Nusra. De ellos, cinco han sido detenidos, pero otros cinco se encuentran en libertad. Jorge Fernández Díaz ha dicho sobre ellos que «estamos haciendo el trabajo que las leyes nos encomiendan», aunque eso no se sabe si significa que los tienen controlados o que los servicios antiterroristas tratan de localizarlos en una lucha contra el reloj antes de que puedan cometer algún tipo de atentado.
Pese a que el hecho de que un centenar de españoles haya dado el paso de unirse a grupos yihadistas en Oriente Medio y África supone un serio riesgo para la seguridad nacional española, no es menos cierto que esta amenaza es ligeramente menor en España que en otros países de nuestro entorno, puesto que la presencia de radicales nacionales detectados es mucho menor que la de otros países europeos o de la ribera del Mediterráneo.
Un estudio hecho público hace unos meses por Soufan Group, una organización que facilita análisis de inteligencia a gobiernos e instituciones cifraba en 12.000 los combatientes extranjeros alistados en Estado Islámico. De ellos, de 81 nacionalidades diferentes, afirmaba que cerca de 100 eran de Estados Unidos, unos 120 de Países Bajos, unos 250 de Bélgica, unos 400 del Reino Unido y más de 700 de Francia. Las cifras de los países del Magreb eran muy superiores: más de 3.000 tunecinos, 1.500 marroquíes, unos 200 argelinos; además de unos 2.500 saudíes, 400 turcos ó 800 rusos, entre yihadistas de diversas nacionalidades.