EL MUNDO 08/05/2013
· La importancia de la triple operación contra ETA realizada ayer por la Guardia Civil en tres localidades francesas la resumió el ministro Jorge Fernández Díaz de un modo bastante gráfico: «Dada la extrema debilidad de ETA, [esta actuación policial] la sitúa ante la disolución». Y el titular de Interior decía más: «O ETA se disuelve o la reduciremos nosotros a unas siglas como los GRAPO».
Puede parecer una exageración porque a primera vista los nombres de los seis detenidos ayer pertenecen a seis desconocidos para el común de los mortales, y en su historial no figura ningún atentado. Pero el ministro tenía motivos para expresarse de ese modo.
En estos momentos, el aparato militar de una ETA integrada por unos 30 miembros, está inactivo debido al cese definitivo, según los expertos. El político se dedica a resituarse tras su frustrante salida de Noruega. De modo que toda la operatividad de la banda en estos momentos se centra en el aparato logístico, que ha resultado gravemente afectado porque estaba formado por 10 miembros y ha quedado apenas en cuatro, incluido el jefe, Xabier Goyenetxe, que continúa en libertad.
Desde el punto de vista cualitativo, no sólo cuantitativo, estos arrestos también tienen enorme relevancia porque dos de los etarras se dedicaban a la custodia de los zulos de armas (Raúl Aduna Vallinas y Andoni Goikoetxea), otros dos suministraban pisos, dinero y documentación falsa a los miembros de la organización (Ekhine Eizaguirre y Kepa Arkauz Zubillaga) y otros dos (Igor Uriarte y Julen Mendizabal) se dedicaban a robar los coches –unos 30– con los que procurarles movilidad.
Andoni Goikoetxea está considerado como el principal experto en explosivos de ETA en estos momentos y los falsificadores de documentos de identidad y pasaportes habían alcanzado una calidad «imposible» de conseguir a corto plazo y «muy difícil de lograr a medio plazo», según el agente que dio las explicaciones. Por todos estos motivos, el ministro aseguró ayer que se trata de un «golpe de gran calado» que ha afectado al «núcleo esencial del aparato de logística», y «un día importante en el relato de la desaparición de ETA».
En cualquier caso, esta operación no puede sustraerse al contexto en el que se produce, después de que la banda haya hecho públicos dos comunicados en un mes, el último de los cuales, además de exigir de nuevo una negociación al Gobierno, advertía de que el «proceso» se encuentra en un momento «crucial». El ministro quiso que la operación de ayer fuese la demostración de que el Ejecutivo «ni ha negociado ni negociará», que no le basta con el «cese definitivo» sino que va a seguir actuando «hasta que ellos asuman su derrota» y que la resistencia de la banda a entregar las armas y a disolverse sólo la aleja más de una salida digna, también de sus presos que ahora constituyen, con mucho, el grueso de la organización. «O lo hacen ellos o lo hacemos nosotros», insistió Fernández Díaz.
¿Y después? El ministro reiteró la capacidad del Gobierno para dar una salida «justa». No explicó más, aunque volvió a defender la vía Nanclares.
Las primeras pistas sobre los detenidos fueron obtenidas a raíz de la detención en 2012 de la jefa de logística Izaskun Lesaka. Hasta finales de la semana pasada, la Guardia Civil, en colaboración con los cuerpos policiales franceses, no consiguieron cercar con certeza a los terroristas. Cuando lo hicieron, después de seguirles y fotografiarles, planificaron una operación que se inició ayer a las seis de la mañana de forma simultánea en tres localidades distintas, Blois, Brive la Gaillarde y Montpellier, distantes 600 kilómetros entre sí. En los registros fueron encontrados cuatro revólveres.
Los arrestados en Brive, los responsables de los zulos, eran los más importantes. El más descerebrado, sin duda, Goikoetxea. Un tipo, segalari (campeón guipuzcoano del deporte rural de la siega), que aprovechó un pleno municipal para, junto a su tío, intentar agredir a su madre por ser concejal del PNV. Contribuyó a crear un almacén en Guipúzcoa con 2.000 kilos de material explosivo, preparado para una campaña de asesinatos en 2010, y que finalmente resultó frustrada. Él, su compañero Vallinas –recogía información sobre futuras víctimas–, Uriarte –puesto en libertad después de ser acusado de pertenecer a Ekin– y Eizaguirre –miembro del comando Ezpala– tienen causas pendientes en la Audiencia Nacional.
EL MUNDO 08/05/2013