ABC 17/05/13
El Gobierno y el CNI pretenden una salida inminente y la Policía lo detuvo ayer mismo
El Gobierno ordenó ayer la expulsión del ciudadano marroquí Nouredin Ziani, próximo a CiU, difusor de la idea soberanista de este partido y presidente de la musulmana Unión de Centros Culturales de Cataluña (UCCC), por impulsar el salafismo en nuestro país por orden de los servicios de inteligencia marroquíes.
El expediente fue firmado por el secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, quien asumió así la petición realizada la semana pasada por el CNI, que debía tener carácter inmediato y que fue acompañada por un informe elaborado tras tres años de investigaciones. La conclusión de dicho informe es demoledora, dado que se acusa a Ziani de estar actuando «en perjuicio de la seguridad nacional», en contacto con los imames salafistas en Cataluña y con los líderes radicales europeos, y a sueldo de Rabat.
Interior pretende la inminencia de la expulsión y, por esa razón, la Policía detuvo ayer mismo a Ziani y, al cierre de esta edición, permanecía arrestado, aunque su abogada había dicho a Efe que ya había sido devuelto a Marruecos.
El secretario de Estado respondió con rapidez a la petición del CNI
El presunto espía marroquí puede recurrir la decisión en la Audiencia Nacional. Si su impugnación se produjese tras el abandono obligatorio del territorio español, carecería de efectos prácticos porque sería irreversible. Según fuentes jurídicas, si su recurso llega a tiempo, podría haber una paralización cautelar.
Una acusación penal requeriría de tiempo y de pruebas demostrativas de que Ziani iba a cometer una acción delictiva o estaba vinculado a una organización terrorista. La decisión administrativa, preserva las fuentes del CNI, le señala como el autor de una infracción muy grave según la Ley de Extranjería y se aplica cuando alguien pone en peligro la seguridad del Estado.
Se trata de una decisión que puede tener un alcance político en el ámbito interno y externo. Y también en el mundo del espionaje y el contraespionaje en el que siempre hay motivaciones secundarias que no salen a la luz. El informe del CNI indica que Ziani recibió «mandatos expresos» de los jefes de «determinados servicios extranjeros». No dice cuáles, pero las fuentes consultadas señalan a los servicios marroquíes, circunstancia que, en el peor de los casos, implica una acusación muy grave contra las autoridades del reino alauí –de la que pueden dolerse alegando que siempre han ido en contra del salafismo– y en el mejor de los casos puede ser una advertencia para que sus espías no se extralimiten.
España le acusaba de poner en peligro su seguridad por orden de Rabat
Desde el punto de vista interno, Ziani supo ganarse la confianza de Ángel Colom, presidente de la organización Nous Catalans, que ha estado ejerciendo el proselitismo entre la población extranjera residente en Cataluña en favor de la propuesta soberanista de Artur Mas. Aparte de compartir la sede de UCCC con Colom, Ziani estuvo presente en los actos de CiU en la última campaña electoral catalana. Tras la petición de expulsión por parte del CNI, tanto ERC como algunas voces de CiU y CDC acusaron al Gobierno de perseguirle por sus ideas. Pero la Generalitat moderó estas acusaciones y hasta negó que Ziani estuviera incluido en su estrategia independentista por prudencia: si las acusaciones de Ziani son ciertas y el marroquí hubiera involucrado a sus amistades salafistas en el proyecto soberanista, el independentismo quedaría en una difícil posición. En cualquier caso, los Mossos saben al menos una parte de la historia porque, según el CNI, participaron en la investigación.
Según el informe, Ziani ha impulsado campañas contra el Estado español, «ha buscado y recibido el apoyo» de imames salafistas como el de Reus, (Elayad), Salt, (Menda) y con Houzi, la autoridad religiosa que encabezaba las listas de radicales en las Fuerzas de Seguridad (él asegura que para integrarlos); y, por ejemplo, presentó un proyecto de viviendas sólo para musulmanes, cuya idea era el aislamiento con normas propias.