EL CORREO 06/01/14
· Impulsa un taller anual en el que damnificados por ETA y el 11-M se titulan como auxiliares de archivo, con prácticas remuneradas.
· La financiación del proyecto recae en el Ministerio de Empleo y es de 750.000 euros Los participantes tienen la posibilidad de recibir clases para sacarse a su vez el título de la ESO.
La onda expansiva de un atentado no se circunscribe a la lesión física, sino que sus efectos se dejan sentir en diferentes ámbitos de la vida: a nivel psicológico, social e, incluso, laboral. Con el objetivo de paliar estas consecuencias y de ayudar a las víctimas del terrorismo a seguir adelante con sus vidas, con especial hincapié en el ámbito profesional, el Ministerio del Interior ha impulsado dos talleres de empleo –el tercero acaba de arrancar–, en el que damnificados, en su mayoría por ETA y el 11-M, reciben formación como auxiliares de archivo. Hasta ahora han sido 41 los afectados que han participado en esta iniciativa pública, mientras que otra veintena hará lo propio a lo largo de 2014.
Cada curso tiene un año de duración (de diciembre a diciembre) y está destinado, prácticamente al 50%, a desempleados de larga duración y a víctimas del terrorismo. A modo de ejemplo, en la última edición, que finalizó el pasado día 23, tomaron parte 36 personas, de las que 18 eran damnificados. En 2012, de 48 alumnos, 23 eran víctimas.
Dos son los ministerios que dan forma a esta herramienta. La parte financiera corresponde al de Empleo. El coste anual de cada taller es de 750.000 euros. La parte formativa recae en manos de Interior. La selección de los participantes se realiza de oficio. Es el propio Gobierno central, a través del listado de desempleo y de la Dirección General de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo –en colaboración con distintas asociaciones–, quien ofrece a los ciudadanos la posibilidad de acceder a este curso. De ellos es la decisión última.
«Se valoran las circunstancias familiares, si están en riesgo de exclusión social… Cuando hablamos de víctimas del terrorismo hay que tener en cuenta que se trata de personas a quienes de golpe un día les interrumpen su vida», explica Rafael Rojas, subdirector de Asociaciones, Documentación y Publicaciones del Ministerio del Interior, y uno de los responsables de este proyecto. Rojas sólo tiene buenas palabras para referirse a estos talleres. «Hay un cambio radical en las víctimas. Al principio llegan tristes, inseguras… Pero acaban llenas de motivación y de ilusión», asegura. «En su caso, no sólo es importante en el plano profesional, sino también en el personal». Según revela, una joven que sobrevivió al atentado del 11-M volvió a coger por primera vez el metro –no se había subido a ningún tipo de tren desde entonces– el día que acudió a firmar el contrato para empezar el curso.
Superior al salario mínimo
El taller se divide en dos partes: teórica y práctica. Durante los dos primeros meses, los participantes reciben formación, hasta ahora en un aula cedida por el Ministerio de Defensa, en materias como igualdad de género, prevención en riesgos laborales, informática, medio ambiente o nuevas tecnologías. Durante todo el proceso tienen a su entera disposición a tres profesores. Es a posteriori cuando comienza el trabajo puro y duro. Como auxiliares de archivo –titulación que reciben al final del curso–, organizan censos y digitalizan ficheros, entre otras labores. El objetivo es potenciar el papel de los archivos como instrumentos al servicio de los ciudadanos al permitir la recuperación, el tratamiento y la conservación del patrimonio documental del Ministerio del Interior. Se trata, además, de unas prácticas remuneradas. Cada alumno recibe algo más de 900 euros al mes, un sueldo superior al salario mínimo interprofesional, que no llega a los 700.
Las víctimas realizan esta función en diferentes edificios institucionales. Desde el archivo general de Interior hasta las oficinas de la Dirección General de la Policía, de la Guardia Civil e incluso de Instituciones Penitenciarias. El horario: de 7.30 a 15.00 horas. «Son como un reloj», apunta Rafael Rojas, quien destaca la actitud y el «buen hacer» de los alumnos. Se da la circunstancia de que la mayoría de los damnificados por el terrorismo, tanto afectados directos como familiares, que han participado en estos talleres residen en Madrid. Resulta cuanto menos complicado que una persona se desplace durante todo un año a la capital del Estado, con el gasto que eso supone, para realizar este curso. El objetivo del Gobierno central es ampliar esta iniciativa, o por lo menos intentarlo, a afectados de otras comunidades, en colaboración con las asociaciones de víctimas.
Las edades de los participantes oscilan entre los 30 y los 65 años. En estos últimos casos, más que la reinserción laboral, el objetivo es que los afectados tengan un aliciente o una motivación para seguir adelante con sus vidas después de que un atentado les arrebatara todas las ilusiones. «Hemos conocido a gente que apenas salía de su casa», revela Rojas. En cuanto a la nacionalidad, la mayoría son españoles, aunque también han realizado estos talleres personas naturales de Ecuador y Rumanía. Varias son víctimas o allegados de damnificados del 11M, la masacre causada por el terrorismo yihadista en los trenes de cercanías de Madrid.
Además de formarse como auxiliares de archivo en horario de mañana, los participantes tienen también la posibilidad de recibir clases por las tardes, ya sean de matemáticas, Historia o cualquier otra asignatura, con el fin de obtener el título de la ESO. Algunas de las personas que realizaron estos talleres no habían superado la enseñanza obligatoria por diferentes motivos. Según aseguran desde el Gobierno, se ha preparado a más de una víctima que, a posteriori, se examinó para obtener el título. «Es algo que también les ayudará a la hora de buscar trabajo», subraya el subdirector de Asociaciones, Documentación y Publicaciones del Ministerio del Interior.
Visitas en grupo
El taller se completa con una serie de excursiones culturales, cuyo objetivo –apunta Rojas– es «que los alumnos se relacionen con la gente y fomentar el espíritu de equipo». A lo largo del pasado año, los alumnos visitaron el museo del Prado, el Reina Sofía y el Thyssen, Asimismo, se desplazaron a archivos documentales repartidos por diferentes comunidades autónomas: el de Indias (Sevilla), el de Nobleza (Toledo) y el de Simancas (Valladolid). Como última actividad en grupo, y a modo de recuerdo de despedida, todos los participantes visitaron el Congreso. El grupo se fotografió en el hemiciclo.
Pero como todo taller, éste también tiene su inicio y su fin. Tras un año de formación y trabajo continuos, surge la incógnita: ¿Qué ocurrirá ahora? Los participantes, víctimas y desempleados de larga duración, deben entonces hacerse por su cuenta un hueco en el mercado laboral. Todos son muy conscientes de que «estamos en un momento complicado». La crisis está muy presente y la búsqueda de trabajo se convierte en una auténtica odisea.
«Algunos nos preguntan si pueden quedarse en el ministerio como voluntarios, pero eso no es posible», asegura Rojas. El índice de empleabilidad de las personas que realizaron el curso el año pasado fue del 25%, revela el Ejecutivo central. El de 2013 aún está por ver. De momento, dos de las personas que acaban de ‘licenciarse’ permanecerán contratadas durante un año más en el Ministerio del Interior como «apoyo» al equipo responsable de los archivos. Una de ellas es víctima del terrorismo.
EL CORREO 06/01/14