ABC, 25/7/2011
El Ministerio del Interior considera «la prioridad entre las prioridades» la detención de la máxima dirigente de ETA Iratxe Sorzábal, que lidera el sector «más duro» de la banda y que podría promover la ruptura del «alto el fuego», ya que se opone a que la «lucha institucional» —Bildu— prime sobre la «lucha armada», aunque sea por motivos meramente tácticos.
Sorzábal, huida de la justicia desde 2001, alquiló el local en el que la banda torturó al concejal de Ermua Miguel Ángel Blanco antes de su rapto y asesinato, drama del que este mes se han cumplido 14 años.
Fuentes de la lucha antiterrorista consultadas por ABC subrayan que la tregua vigente responde a una decisión colegiada del comité ejecutivo de ETA —«zuba»— y, por tanto, en la actual coyuntura los «comandos» tienen la orden de mantenerse replegados y no cometer atentados. Todo, para lograr la «acumulación de fuerzas soberanistas» que facilite la consolidación de Bildu en las instituciones. Sin embargo, Interior salió muy escarmentado tras el último «proceso de negociación», cuando las trifulcas entre «Josu Ternera» y «Thierry», así como la decisión de «Txeroki» de reventar la T-4, acabaron por dinamitar la tregua, y sabe que Sorzábal es la principal amenaza a la actual tregua.
Especial fanatismo
Los expertos consideran que si alguien dentro de ETA puede impulsar hoy la ruptura del «alto el fuego» es Iratxe Sorzábal, de especial fanatismo entre la jefatura etarra. Fue su madre quien le inculcó ese integrismo «abertzale» que la catapultó hasta lo más alto de ETA. Sorzábal tuvo su «bautizo de sangre» a mediados de los noventa, cuando se incorporó al «comando Ibarla», acusado de asesinar en Irún al jefe de Información de la Ertzaintza Ramón Doral; a una mujer a la que alcanzó una bomba colocada en los lavabos de El Corte Inglés de Valencia; y al policía Eduardo López Moreno al que le estalló un artefacto colocado en Navarra.
El «comando Ibarla», integrado por «legales», era satélite del «complejo Donosti» que encabezaba entonces Javier García Gaztelu, «Txapote». Este ordenó a Iratxe Sorzábal que alquilara una bajera para ocultar durante 48 horas a Miguel Ángel Blanco. Local que arrendó en un lugar situado entre Pasajes, Lezo y Oyarzun, tres feudos tradicionales de los proetarras. El escondite no fue «habilitado», indecente e inhumanamente, como en el caso de Iglesias Zamora, Aldaya, Ortega Lara… enterrados en vida. El edil popular de Ermua, secuestrado el 10 de julio de 1997, permaneció dos días con los ojos tapados, sabiendo, porque así se lo dijeron los terroristas, que iba a morir. El 12 de julio apareció en un camino de Lasarte herido de muerte. Horas después falleció en el Hospital de San Sebastián.
Sorzábal huyó a Francia ese verano de 1997 ante la indignación popular por el crimen de Blanco. El 26 de noviembre de ese año la Policía gala la detuvo en una granja de Bretaña. Tras permanecer poco tiempo en prisión, acusada de asociación de malhechores, en 1999 quedó en libertad y el 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, fue expulsada a España. Sorzábal utilizó la argucia de una huelga de hambre para evitar ser interrogada. Pero se «recuperó» pronto y las Gestoras pro Amnistía le nombraron portavoz, labor que compaginó con el trabajo de profesora euskera en Irún.
Impunidad y huida
Sin embargo, fruto de nuevas investigaciones, la Guardia Civil volvió a detenerla en marzo de 2001, acusada de formar parte del «comando Ibarla». Tras pasar varios meses en prisión, en septiembre quedó en libertad, al considerar la Audiencia Nacional que no había pruebas suficientes contra ella, pero con la obligación de comparecer ante el juzgado más próximo a su domicilio cada 15 días.
Como tantos etarras, Sorzábal aprovechó la ventaja para huir de nuevo a Francia, donde se puso al frente del «aparato político». Actualmente comparte el «zuba» con Izaskun Lesaka —lideran el «aparato militar»—; David Pla —«frente político»— y Juan Luis Maiztegui Bengoa, «Pastor» —logística». Algunas fuentes creen que «Josu Ternera» y su hijo Egoitz Urrutikoetxea estarían en los aledaños del «comité ejecutivo», como asesores.
En 2009 las Fuerzas de Seguridad actualizaron la fisionomía de Sorzabal después de que en su precipitada huida tras sufrir un accidente de tráfico dejara abandonada una fotografía en la que aparece con un niño de corta edad, probablemente su hijo.