La antigua Convergència tendrá que pensar en otras fórmulas para luchar contra la continua pérdida de votos de las últimas elecciones. La que había elegido el mes pasado, la del cambio de nombre, quedó ayer invalidada de facto por el Ministerio del Interior, que cree que la denominación de Partit Demòcrata Català puede confundir a los electores por su semejanza con la de otras formaciones ya inscritas.
La paradoja está en que ha sido la queja de un partido que es precisamente socio de la antigua Convergència en Junts pel Sí el detonante de la situación. Cuando los convergentes eligieron, en su congreso «fundacional» de julio, las siglas de PDC, Demòcrates de Catalunya les advirtió de que no podrían registrar ese nombre porque se parecía demasiado al suyo.
Demòcrates de Catalunya nació después de que Unió Democràtica decidiera por la mínima, en una votación interna, no abrazar el plan soberanista de Mas. Los independentistas del partido decidieron entonces escindirse y crearon la nueva formación, que enseguida se convirtió en una especie de apéndice de Convergència. De hecho, el líder de Demòcrates, Antoni Castellà, es diputado de Junts pel Sí –la coalición de CDC y Esquerra– en el Parlament en esta legislatura.
Fuentes de Demòcrates de Catalunya confirmaron ayer a este diario que sus quejas no se quedaron en una rabieta pública y que se dirigieron al Ministerio del Interior para impedir que sus socios pudieran registrar el nombre de Partit Demòcrata Català. Ayer, tras el veto de Interior, Castellà dijo que «no es ninguna novedad», recordó que ya había avisado a Artur Mas y a los suyos del «problema administrativo» y descartó que haya una «operación política» detrás de la decisión.
Porque eso es lo que esgrimió la dirección del Partit Demòcrata Català. Con Mas –que es el líder de la formación– a la cabeza, hablaron de «escándalo de primera magnitud» y culparon en todo momento de la situación al Ministerio del Interior. «No nos quieren ni en pintura, no nos quieren ni inscribir como partido político con mil excusas», afirmó el ex presidente de la Generalitat.
Los dirigentes del PDC alegaron también que existen 77 formaciones que incluyen en su nombre la palabra demócrata y 40 que incluyen catalán. Sin embargo, no fueron ni mucho menos categóricos cuando se les preguntó si, pese al veto, mantendrán la denominación actual. «Definiremos una estrategia la semana que viene», apuntaron. Lo más probable es que finalmente se cambien las siglas, que en un principio no gustaban ni a Mas ni a Carles Puigdemont.
En el Ministerio del Interior esgrimen que no se ha tomado una decisión definitiva y que la inscripción sigue «en tramitación», aunque subrayan que la Ley de Partidos es clara en cuanto a que la denominación de nuevas formaciones «no puede coincidir, asemejarse o identificarse» con ninguna anterior.
En el PDC también se quejan de que el veto a su voluntad, reflejada en los estatutos, de que Cataluña sea independiente «sin renunciar a la vía unilateral para alcanzar este objetivo» constituye un caso de «persecución de ideas». Para el Ministerio, se trata sólo de una advertencia de que el punto puede contravenir la Ley de Partidos.
Se da la circunstancia de que la de Demòcrates no es la única queja que se recibió. Según ha podido saber este diario, el Ministerio del Interior recibió un escrito, justo después de que Convergència eligiera su nuevo nombre, de un ciudadano que había intentado registrar sin éxito un año antes una formación llamada Partit Demòcrata de Catalunya. Si se aceptaba al partido de Mas, este ciudadano advertía con «iniciar las acciones legales pertinentes» por considerar «conculcados» sus derechos.