TONIA ETXARRI, EL CORREO 21/08/13
· Un primer paso. Bruselas vigilará el contrabando y el blanqueo de capital en Gibraltar, tal como quería el Gobierno de Rajoy. El Ejecutivo pretendía que la Comisión Europea investigara el lanzamiento de los bloques de hormigón y varillas de acero que tanto está perjudicando a los pescadores locales y vulnera la normativa medioambiental. Y que, además, se implicara en la supervisión de los controles fronterizos y en el tráfico de mercancías. Porque, más allá de la penúltima provocación del Gobierno de Picardo, cerrando el caladero, el equipo de Rajoy quiere aprovechar para resolver asignaturas pendientes: tratar de impedir que el Peñón siga siendo un paraíso en donde se defrauda a Hacienda y combatir el contrabando de alcohol y tabaco en un territorio donde se hacen trampas, muchas trampas al fisco. Donde se practica el blanqueo de dinero B cual aprendices de Bárcenas.
Esta situación tan anómala en la única colonia que queda en Europa ha sobrevivido a los tiempos y a los sucesivos gobiernos en España y Gran Bretaña, pero su actual primer ministro, Fabián Picardo, ha superado con creces a sus antecesores. Por eso, aunque la implicación de la UE en el conflicto no es de mediación (lo dejó bien claro Durao Barroso) sino de «estudio» hay que darle la importancia que se merece. Un primer paso, aunque tímido si esa aproximación de los observadores europeos no deriva, luego, en una negociación entre el Gobierno británico y el español para cerrar definitivamente este conflicto. Si todo se queda en un equipo de «observadores», tendríamos que volver a hablar del «enésimo parche» en el 300 aniversario del Tratado de Utrecht.
No van bien las relaciones diplomáticas entre dos países socios de la UE cuando un ministro de asuntos exteriores como Margallo tiene que pedir diálogo bilateral a través de un artículo de prensa. Una petición denegada por el Gobierno británico, que no tiene ningún interés en abordar el trasfondo de las malas relaciones en el conflicto de Gibraltar, que no es otro que el de la cosoberania. El borrador fue pactado por Piqué y Straw durante los gobiernos de Aznar y Blair en 2002. Fue cuando se estuvo mas cerca de desenredar la madeja. Pero el acuerdo nunca entró en vigor.
Después, con el Gobierno de Zapatero, se cometieron errores que volvieron a situar a España en una posición de inferioridad de la que muchos socialistas se arrepienten ahora. Los mismos socialistas que, por cierto, han cambiado de actitud al dejar de hacer oposición en este capítulo de política exterior para apoyar al Gobierno facilitando así que España ofrezca una imagen, al menos, de cohesión similar a la del gabinete de Cameron, a quien los ‘tories’ le tienen tantas ganas como Rubalcaba a Rajoy, pero que prefieren lanzar los dardos en el patio de su casa y los cañonazos, juntos, contra el Gobierno español. En nuestro país la opinión pública se ha paseado por la chanza y la indignación, la lentitud de reacción y el rechazo a una política «de nación». Pero los británicos se lo han tomado muy en serio. De hecho, desde las resoluciones de la ONU hace décadas, es la primera vez que el Peñón se ha internacionalizado.
TONIA ETXARRI, EL CORREO 21/08/13