Editorial-El Correo
La izquierda abertzale sigue presa de un turbio pasado del que le cuesta desembarazarse y que todavía aflora a la menor oportunidad por mucho que sus intereses electorales le empujen a alejar el foco de él y haga juegos malabares con las palabras. El homenaje en sus redes sociales tributado por Sortu de Hernani al etarra Ekain Ruiz, muerto en agosto de 2000 en Bilbao al explotarle una bomba que transportaba y se disponía a colocar junto a tres activistas que también fallecieron, constituye una afrenta gratuita a las víctimas del terrorismo, las mismas con las que EH Bildu asegura tener una sincera empatía que haría bien en demostrar con hechos.
Resultan de una intolerable indignidad la persistente legitimación de la violencia -felizmente desaparecida en 2011 por la victoria del Estado de Derecho- y el ensalzamiento de asesinos como si fueran héroes que merecen el reconocimiento popular. El terrorista homenajeado y sus tres compañeros perdieron la vida no por la libertad de Euskadi y la convivencia democrática, sino cuando en contra de esos principios pretendían atentar contra ciudadanos inocentes. La «memoria completa» que reclama Sortu debería tenerlo en cuenta.