EL CORREO 01/05/13
Cuatro encapuchados abortaron en el último momento un ataque a una patrulla, a la que atrajeron tras incendiar dos contenedores de basura en Legazpi
La Ertzaintza investiga una emboscada que al menos cuatro encapuchados prepararon contra una de sus patrullas en la localidad guipuzcoana de Legazpi durante la madrugada del pasado día 21, según ha podido saber EL CORREO de fuentes policiales. La trampa contra los agentes –la acción más grave que se produce desde que ETA anunció el cese definitivo de la violencia hace 18 meses– se frustró en el último momento, justo cuando llegó un vehículo del Cuerpo que había sido alertado de que había un contenedor en llamas en las inmediaciones del instituto Olazabal. Los sospechosos abortaron el ataque en el último instante por motivos que se están investigando y salieron huyendo sin recoger los cuatro cócteles molotov y decenas de piedras con las que pretendían atentar contra los ertzainas.
El intento de emboscada, que se produjo durante el fin de semana en el que se celebró la consulta sobre el sistema de recogida de basuras puerta a puerta, ha disparado las alarmas entre los policías que patrullan las calles y ha sembrado el desconcierto entre algunos analistas de las fuerzas de seguridad. La División Antiterrorista y de Información de la Policía autonómica está investigando las circunstancias en la que se produjo el intento de encerrona.
Según las fuentes consultadas por este periódico, la Ertzaintza no descarta de momento ninguna hipótesis y mantiene abiertas todas las líneas de investigación. Lo que ya se conoce, en todo caso, son algunos de los detalles de una emboscada que, por la forma en la que fue preparada –utilizando un contenedor en llamas como cebo para atraer a las patrullas– y por el material que se pretendía emplear –decenas de piedras de grandes dimensiones y cuatro botellas con líquido inflamable–, recuerda a los peores ataques de kale borroka de las últimas décadas. Muchos de ellos dirigidos, precisamente, contra los policías vascos.
Los incidentes comenzaron durante la madrugada del domingo, horas después de que se cerrasen las urnas de una consulta popular que se saldó con un fuerte varapalo para el sistema de recogida de basuras puerta a puerta que defiende el gobierno municipal de Bildu y la Diputación de Gipuzkoa, también en manos de la coalición abertzale. A las 2.12 de la madrugada la Ertzaintza supo que unos desconocidos habían prendido fuego a un contenedor de basura situado en la calle Latxartegi. Según las fuentes consultadas por este periódico, apenas cinco minutos después una patrulla camuflada se dirigió al lugar de los hechos para realizar una primera comprobación antes de que acudiesen el resto de dotaciones para sofocar las llamas.
Sin embargo, apenas quince minutos después de que se tuviese conocimiento del sabotaje contra el primer contenedor, se supo que un segundo recipiente estaba ardiendo. En este caso, el incendio intencionado se produjo en el barrio San Ignacio, muy cerca del instituto Olazabal.
Fue en este punto donde, según las primeras indagaciones, el grupo de encapuchados tenía previsto realizar el ataque con los artefactos incendiarios. Al parecer, los sospechosos aguardaron escondidos la llegada de la patrulla uniformada en las inmediaciones del centro educativo, que se encuentra situado en un pequeño alto, varios metros por encima de la calle que da acceso al instituto de la localidad guipuzcoana. El coche policial, sin embargo, no acudió al lugar de los hechos por la carretera prevista y que es la normal que utilizan los vecinos de la zona. Un detalle que los propios agentes consideraron clave cuando, días después, analizaron ya en frío por qué motivo los sospechosos no consumaron la emboscada y huyeron rápidamente de allí.
La patrulla se adentró por una vía paralela, reservada para la circulación en dirección contraria, y no tan cercana al centro educativo como la otra. Los ertzainas creen que los encapuchados se asustaron al ver que el coche policial apareció por un sitio que no habían previsto. Según los mismos medios, pudieron pensar que habían sido descubiertos y optaron por marcharse lo más rápido posible. Abandonaron en la explanada del instituto, a simple vista, los cócteles molotov y las decenas de piedras que habían preparado para el ataque.
Empleado del instituto
En realidad, los agentes no se percataron de la presencia de los encapuchados. De hecho, los artefactos fueron descubiertos a primera hora de la mañana del lunes por un empleado del instituto que alertó a la Policía Municipal. La guardia urbana, por su parte, puso el caso en manos de la Ertzaintza, que se encargó de recoger las pruebas y de abrir una investigación.
Según las fuentes consultadas, las cámaras de seguridad ubicadas en las inmediaciones del centro educativo han resultado fundamentales para saber que los cócteles no habían sido depositados allí por casualidad. Al parecer, en las imágenes recabadas por la Policía se observa a los cuatro encapuchados esperando la llegada de la patrulla y se aprecia también como en un momento determinado, que coincide con la aparición del vehículo policial, huyen de allí. Los agentes sospechan que su idea era romper los cristales con las piedras para después lanzar dentro del coche los cócteles molotov.
El intento de emboscada ha causado una gran preocupación entre los miembros del Cuerpo y los expertos de la lucha antiterrorista. Los analistas coinciden en que las pruebas parecen corroborar que se pretendía realizar una encerrona, pero todavía existen diversas incógnitas que se deben aclarar para conocer las circunstancias y el alcance de lo ocurrido. La Ertzaintza mantiene abiertas todas las hipótesis, insisten los mismos medios.
Un objetivo de la kale borroka
La Ertzaintza ha sido uno de los principales objetivos de los grupos organizados de kale borroka en las últimas décadas. Uno los ataques más trágicos que permanecen en la memoria colectiva del Cuerpo se produjo en el 2001 en Portugalete. Dos agentes de paisano que acudieron a controlar un episodio de violencia callejera en la localidad vizcaína sufrieron graves quemaduras debido al ataque por sorpresa de un grupo de diez encapuchados «perfectamente organizados» que rodearon la patrulla y comenzaron a arrojar contra el coche piedras, tornillería y varios cócteles molotov. En 1995, los violentos tendieron una emboscada similar en Rentería. Tres jóvenes lanzaron artefactos incendiarios cargados con ácido contra una furgoneta de la Policía vasca en la que viajaban cinco agentes, heridos de diversa consideración. Uno de ellos sufrió gravísimas quemaduras en el 55% de su cuerpo. El vehículo perdió el control y arrolló a dos adolescentes.