EL CORREO 25/06/14 – TONIA ETXARRI
· En estas semanas en las que proliferan las anécdotas relacionadas con la Casa del Rey, un presidente de comunidad contaba sonrojado cómo metió la pata, hace algunos años con don Juan Carlos. Compartía una charla distendida con el Monarca , al cabo de una audiencia y, en un intento de aproximación al Rey, le invitó a visitar su territorio . Don Juan Carlos estalló en carcajadas. Le agradeció el gesto pero inmediatamente le aclaró que el no necesitaba invitación alguna para visitar cualquier rincón de España. No creo que sea ésta la condición por la que el Gobierno vasco ha decidido no cursar invitación alguna al nuevo Rey, Felipe VI. Porque el lehendakari quiere que el nuevo Monarca nos visite. A poder ser que vaya a Gernika, «como gesto» pero espera que salga de él la iniciativa.
Urkullu ( nacionalista de toda la vida y republicano de reciente definición) quiere que don Felipe visite el País Vasco, como tantas veces ha hecho (él y sus padres) pero ahora , como nuevo jefe de Estado, que se dé una vuelta por Gernika como gesto de reconocimiento del «hecho diferencial vasco». Cabe pensar que el lehendakari no espera que el Rey de España se postre ante el árbol de Gernika para jurar los fueros vizcaínos como hicieran Fernando el Católico y la reina Isabel de Castilla .
Porque ésas eran costumbres de 1483. Y desde la Edad Media hemos avanzado tanto que hasta la Constitución de 1978 reconoce los «derechos históricos forales» en su disposición adicional primera.El PNV es un viejo partido creado hace 119 años cuyo lema descansa sobre la premisa «aranista» de «Dios y la ley vieja» pero, seguramente, su idea de que el nuevo Monarca tenga un gesto con el País Vasco tiene que ver con su permanente reclamación de relación bilateral entre « España y Euskadi» como si se tratara de dos naciones en pie de igualdad.
Los Reyes han estado muchas veces en Euskadi. Viajes concebidos con la naturalidad de una relación de cortesía y servicio entre la jefatura del Estado y el gobierno de una comunidad autónoma. Desde la primera visita oficial de don Juan Carlos y doña Sofía en febrero de 1981 que fueron, por cierto, a la Casa de Juntas de Gernika en donde los parlamentarios de Herri Batasuna intentaron reventar el acto solemne, hasta su presencia para apoyar a los afectados por las inundaciones de 1983, o en el funeral por los 49 niños y dos adultos del colegio de Ortuella, víctimas de una explosión de gas. O en el centenario de la Universidad de Deusto, en Ferias internacionales, en la factoría de la empresa automovilística Mercedes en Vitoria… No hubo necesidad de que mostraran gesto alguno de «reconocimiento de los derechos históricos».
Para inaugurar los manidos «tiempos nuevos» hay que dejar las moviolas en los museos. Lo propio de los tiempos modernos que le toca afrontar a Felipe VI, sería invitar al jefe del Estado al Parlamento vasco, donde reside la representación democrática de los ciudadanos que ejercen su derecho a decidir cada vez que acuden a las urnas a votar.