Alejo Vidal-Quadras-Vozpópuli
- La coyuntura actual de extrema debilidad de los carniceros que gobiernan el país es idónea para provocar el final de tan inicuo sistema
A los que llevamos mucho tiempo siguiendo la trayectoria belicista, represora, terrorista y criminal de los ayatolás iranís no nos ha sorprendido el intenso ataque aéreo de Israel y la potente acción quirúrgica estadounidense sobre las instalaciones nucleares de Irán. Cuando se descubrió el programa militar secreto destinado a conseguir armas nucleares de los clérigos de Teherán en 2002 gracias a las revelaciones del principal grupo opositor a la dictadura teocrática, el Consejo Nacional de Resistencia de Irán que lidera Maryam Rajavi, los tiranos que secuestraron la revolución de 1979 contra el Sha llevaban ya casi dos décadas de desarrollo de este objetivo estratégico de forma clandestina en clara violación de sus obligaciones como firmantes del Tratado de No Proliferación. Una vez conocido el hecho de que en los emplazamientos de Natanz y Arak se estaba trabajando para dotar a las fuerzas armadas iranís de capacidad ofensiva nuclear, se inició un largo y laborioso proceso en el que la Agencia Internacional de Energía Atómica y las democracias occidentales se enredaron en innumerables negociaciones con la República Islámica para lograr su renuncia a este deletéreo propósito. En todos estos intentos de diálogo y apaciguamiento no se consiguió otro resultado que dar tiempo a un régimen fanático y agresivo, caracterizado por una hostilidad enfermiza hacia Occidente e Israel, para seguir adelante con su continuo enriquecimiento de uranio, su fabricación de misiles balísticos y su preparación de ojivas nucleares con las que blindar su poder mediante la amenaza y el chantaje siguiendo el ejemplo de Corea del Norte. El colmo de la ingenuidad y la falta de visión de la UE y de la Administración demócrata norteamericana fue la firma del tratado JCPOA en 2015 en el que los verdugos del pueblo iraní tomaron el pelo de nuevo a las cancillerías europeas y a la Alta Representante de la UE, Federica Mogherini. Se procedió a descongelar enormes activos de los ayatolás residenciados en países occidentales y les fueron entregados decenas de miles de millones de dólares que inmediatamente utilizaron para avanzar en su nuclearización y en sus acciones desestabilizadoras y violentas.
Así, los gobiernos europeos y estadounidense proporcionaron músculo financiero a un enemigo mortal e implacable para que pudiera seguir armando, entrenando y pagando a Hamas, Hizbulá y los hutíes de Yemen. Posteriormente, Josep Borrell y Biden mantuvieron esta línea de actuación mientras los jerarcas iranís se reían en sus barbas. Es evidente que la política internacional no se puede dejar en manos de ignorantes, pusilánimes y aficionados. Por fin, se ha hablado a Alí Jamenei y sus secuaces en el único lenguaje que entienden.
Olla a presión
En estos momentos el régimen iraní atraviesa una etapa de especial fragilidad. Las cúpulas de Hamas y Hizbulá han sido diezmadas, Assad ha caído, decenas de generales de la Guardia Revolucionaria y de científicos dedicados al programa nuclear han sido eliminados y el clima de protesta interna de una ciudadanía harta de miseria, guerras y opresión -los ayatolás ahorcan un promedio de cuatro personas por día- hace de Irán una olla a presión que puede reventar de forma incontenible. Baste constatar que el desarrollo de armas nucleares ha costado hasta la fecha entre dos y tres billones de dólares -una suma netamente superior al PIB anual español- y que el dinero destinado a mantener la estructura del llamado “eje de resistencia”, es decir, el conjunto de milicias subordinadas a Teherán en Líbano, Gaza, Siria, Irak y Yemen además de la ciberguerra y las redes de inteligencia en todo el mundo, por no hablar de la colaboración con otros estados totalitarios como Rusia, Cuba o Venezuela, se estima que mueve como mínimo veinte mil millones de dólares cada año. Por tanto, en los cuarenta y seis años de República Islámica los clérigos fundamentalistas iranís han sustraído a sus ciudadanos la imponente cantidad de entre cuatro y cinco billones de dólares para malversarla en guerras, terrorismo, espionaje, mantenimiento de un formidable aparato represivo, corrupción para sus bolsillos, fabricación de un arsenal nuclear, propaganda y ciberataques. No es difícil imaginar lo que semejante volumen de recursos hubiera proporcionado al pueblo iraní en hospitales, escuelas, universidades, pensiones, salarios públicos decentes, protección del medio ambiente, infraestructuras de transporte y comunicación y fomento del turismo.
La oposición iraní lo único que requiere es apoyo político y el estrangulamiento financiero del régimen, que debe ser tratado como un Estado paria
La coyuntura actual de extrema debilidad de los carniceros que gobiernan Irán es idónea para provocar el final de tan inicuo sistema y su transformación en una democracia decente con separación entre religión y Estado, igualdad hombre-mujer, imperio de la ley, justicia independiente, elecciones libres, renuncia a las ambiciones nucleares y relaciones amistosas con Occidente. Para ello hay que olvidarse de las bobadas que proponen algunos mandatarios europeos sobre desescaladas, diplomacia y concesiones y tomar las siguientes medidas con firmeza y determinación: aislamiento internacional del régimen cerrando todas las embajadas europeas en Teherán y todas las de Irán en Europa, inclusión de la Guardia Revolucionaria en la lista europea de organizaciones terroristas, congelación de todos los activos del régimen en entidades financieras europeas y en Estados Unidos, suspensión de relaciones comerciales, advertencia a los ciudadanos europeos y norteamericanos que si viajan a Irán será bajo su exclusiva responsabilidad y que si son capturados como rehenes no serán rescatados y reconocimiento del Consejo Nacional de Resistencia de Irán como el principal grupo opositor. La resistencia no pide ayuda material, ni armas ni por supuesto una intervención militar occidental en Irán más allá de operaciones aéreas como las llevadas a cabo recientemente para neutralizar medios de destrucción masiva. Lo único que requiere es apoyo político y el estrangulamiento financiero del régimen, que debe ser tratado como un Estado paria. Todo lo que no sea el abandono de la política de apaciguamiento para ser reemplazada por otra de intensa presión política, diplomática y económica y de respaldo a la alternativa democrática representará una pérdida de tiempo y un error geopolítico fatal.